El cenáculo de los ateos (II): Santos de Psiquiátrico

julio 31st, 2017

 

El cenáculo de los ateos (II): Santos de Psiquiátrico

 

Destaca el etnopsiquiatra George Dvereux, que “…desde el punto de vista de la vida corriente, el santo es un perturbado social”.

En su sentido más profesional, psiquiátricamente hablando, un perturbado es una persona trastornada, desequilibrada, loca…vamos un chiflado.

La Iglesia tiene una extensa plantilla de santos perturbados, dando la impresión que Dios solo se ha revelado a personas analfabetas, mentalmente tocadas y con historiales dudosos. Por otra parte estas revelaciones han tenido lugar, casi siempre, en estados de altas fiebres.

Hoy se considera devotas a aquellas personas que hablan con Dios, pero ¡hay!, si estas personas escuchan hablar a Dios dejan de ser devotas y se diagnostican como dementes. Terminan frente a un psiquiatra que amablemente les pregunta ¿Desde cuándo oye usted voces?

Parece que, mientras tengamos religiones, tendremos revelaciones y delirios; también necesitaremos psiquiatras para decidir dónde acaba el delirio y donde empieza la revelación. En cualquier caso hoy, más que nunca, estos estados pueden terminar en fanatismos y como consecuencia de la intolerancia que comportan, desembocarían en acciones violentas.

Los santos y santas de los que brevemente hablaré son solo la punta del iceberg de un colectivo que hoy serían los que asegurarían, en las farmacias, el consumo de benzodiacepinas (Valium) y gran número de ansiolíticos.

Lo primero que nos tenemos que preguntar es ¿de dónde salieron los santos? Para muchos historiadores los antiguos dioses fueron sustituidos por los santos cristianos, tal como explica Robert Graves en La diosa blanca. Así santa Águeda de Sicilia suplantó a Vulcano o Hefesto; san Eloy suplantó a Vulcano como patrón de los herreros; san Nicolás suplantó a Poseidón (Neptuno) de los marinos; san Humberto suplantó a la diosa Artemisa como patrón de la caza; san Miguel a Ares (Marte); san Jorge mató al dragón como el dios pagano Marduk a la serpiente marina Tiamat; y san Cristóbal suplantó a Hércules, recordemos que este santo transportó al niño Jesús a través del Río, igual que Hércules hizo con el dios Dionisio cuando era niño.

Muchos de estos “santos”, que vamos a recorrer brevemente, hoy estarían entre rejas y tendría un dossier de antecedentes que dejarían efímero al del “El Vaquilla”.

Una de las santas que más me alucina es Teresa de Ávila. La imagino ahí flotando en medio del coro como un astronauta en la Estación Espacial. Y no quiero comentar sus estados de éxtasis que darían para un tratado freudiano de cientos de páginas. Solo destacaré que Teresa de Ávila tuvo la salud frágil desde los 22 años, y sufrió los efectos de las altas fiebres en múltiples ocasiones.

Pues sépase que hay testimonios de sus levitaciones, eso sí, testigos de “toda solvencia”: el obispo Álvaro de Mendoza y el obispo de Yepes. Neurológicamente, las levitaciones de Teresa se deben a una sobre actividad de la frontera entre el lóbulo temporal y parietal, que produce la sensación de salir del cuerpo. También se produce esta sensación si se ingiere determinados enteógenos, no quiero decir con esto que Teresa de Ávila le diese a los porros, pero involuntariamente podría consumir determinas hierbas o setas de efectos alucinógenos.

En cuanto a las voces que oía, característica común con  otros santos, pueden deberse a una mala coordinación de las áreas de Broca y Wernicke en el cerebro.

Una de las conversiones más espectaculares de un santo es la de Pablo. La descripción del suceso ha determinado, psiquiátricamente, que era  una persona epiléptica. Facultativamente su conversión fue consecuencia de un ataque de epilepsia que tuvo camino de Damasco, cuando llevaba prisioneros cristianos. Le envolvió un resplandor del cielo, y cayó de su caballo para, seguidamente, empezar a oír voces que le hablaban. Según Pablo era Jesús que le preguntaba por qué le perseguía. En un estado lamentable se lo llevaron a Damasco. Tras tres días cegado y sin comer ni beber nada se recobró. La experiencia o el susto que tuvo lo llevaron a su conversión.

Una reciente teoría alude a la posibilidad de que Pablo fuese sorprendido por la caída de un asteroide. El resplandor sería el estallido en el aíre, la caída de Pablo se debería a la onda expansiva, y la voz que le habla fue la explosión.

Juana de Arco es la santa que más incógnitas plantea. Casi, casi, uno cae en la herejía cuándo se pregunta: ¿Era una mujer o un hombre? ¿Fue de verdad una hereje? ¿Practicaba la brujería? ¿Tenía visiones? ¿Fue Juana de Arco la que quemaron en el mercado viejo de Ruán? ¿Dónde está enterrada?

Al margen de todas estas incógnitas, sólo destacaré que Juana de Arco confesó, a los trece años, haber visto a san Miguel, a santa Catalina y a santa Margarita, y oír voces que la exhortaban a una misión divina. ¡Un comienzo interesante para los psicólogos!

Ramón Llull,  místico cristiano, aventurero, militar, alquimista son algunos de los títulos que se podrían otorgar a este peculiar personaje que alcanzó la iluminación con tan solo subir a lo alto del monte Randa (Mallorca).

Aquí tenemos un peculiar personaje con unos antecedentes que se suponen no tener importancia en su curriculum para hacerlo santo. Al margen de que el libertinaje es algo frecuente en su vida, Llull llega a entrar montado en su caballo en una iglesia para saludar a una dama casada a la que pretendía.

Pero su vida sufre un cambio repentino, y comenzó a manifestar tener visiones místicas, alcanzando su iluminación cuando subió a lo alto del monte Randa en Palma de Mallorca. Debió ser un golpe de Sol que chamuscó algunas de sus neuronas, y le dota de un fanatismo cristiano feroz con la idea de conseguir la conversión de los árabes, gracias a las virtudes mágicas de un lenguaje universal que había creado.

 

La aventura de Jonás dentro de un pez es recreada modernamente por Pinocho. El caso de Jonás es bien conocido por todos los náufragos. Una alucinación causada por la sed, el Sol, el mareo y el hambre. Una situación que lleva a Jonás a relatar la historia de su estancia en la tripa de un pez. Asegura  el santo que tras ser arrojado al mar desde el barco que lo transporta, es tragado por un pez – nunca se habla de una ballena o cetáceo, sino de un pez -, luego este pez lo vomita cerca de Nínive, donde realiza sus profecías.

Sobre la historia del pez se ha especulado abundantemente. Suponiendo que se lo tragase un gran cetáceo, científicamente es imposible resistir tres días en su interior. Hay argumentos como las presiones, la falta de oxígeno, el agua que penetra, etc. Pero el más científico de todos hace referencia a los jugos estomacales, el fuerte olor asfixiante que se genera en su interior y es capaz de hacer perder el sentido. Los ictiólogos que abren tiburones muertos para estudiar sus hábitos alimenticios tienen que utilizar máscaras para poder resistir el olor.

Jonás pudo sobrevivir sobre alguna barca y tener un sueño, circunstancia que han padecido muchos navegantes solitarios que han tenido visiones fantásticas a causa de sus largas travesía marítimas.  Jonás se dejó llevar por su imaginación delirante, y explicó que estuvo en el interior de un gigantesco pez.

 

¿Cómo pudo ser derrotado Goliat por David pese a la diferencia de tamaño? Según el profesor Vladimir Berguiner, neurólogo del departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Ben-Gurión del Néguev, en Israel, Goliat no veía bien. Para este neurólogo un exceso de crecimiento produce excesivas hormonas, y estas tienen que afectar irremediablemente a la vista. Así es posible que Goliat no llegase a ver con claridad los movimientos de la onda de David y sus intenciones.

Debo advertir que el libro de Samuel, nunca dice que Goliat fuese un gigante, solo enumera las dimensiones de su armamento, entre el cual hay una coraza que pesaba sesenta kilos.

Otro santo que se las trae es el pendenciero san Ignacio de Loyola. El fundador de la polémica Compañía de Jesús, nació en Azpeitia y se integró de joven en la carrera militar. Sus biógrafos le ven como un pendenciero que tuvo varios duelos, hasta que fue herido de gravedad en una pierna. La intervención en ese miembro ya significó una dolorosa operación y mucho tiempo con fiebre. Pero los médicos tuvieron que romperle nuevamente la pierna para ajustar los huesos, hecho que originó una segunda y dolorosa intervención con, nuevamente, alta fiebre que llevó a Ignacio a tener “visiones”. La lectura religiosa, a raíz de aquellos hechos y largas estancias en la cama le llevó a su vocación religiosa. En este caso son los médicos los que crean un santo.

 

A Ezequiel lo recordamos todos por la visión del carro volante, tema que ha entusiasmado a los ufólogos  que han realizado cientos de interpretaciones para todos los gustos. Pero ¿Es el libro de Ezequiel auténtico? ¿Estaba loco Ezequiel?

En cuanto al libro, todo parece indicar que lo escribió Ezequiel. Es auténtico… pero nada serio, escrito para ingenuos. Para cualquier psicólogo Ezequiel presenta una personalidad psicótica clara y evidente que se manifiesta a través de sus excentricidades: comerse un libro, quedarse mudo, dormir 190 días sobre un costado y 40 sobre el otro frente a un plano de Jerusalén, afeitarse la cabeza y pesar los cabellos para dividirlos entre partes, etc.

Tiene visiones repletas de extrañas imágenes “Los querubines” que se le aparecen en un sueño son los responsables sobre sobre si este personaje tuvo realmente una visión onírica o se trata de un relato imaginario.

He dejado para el final un par de santos  dignos de ocupar una habitación acolchonada del psiquiátrico y estar sujetos con camisas de fuerza de kevlar: Elías y Eliseo

Me refiero a Elías, que realiza resurrecciones, ayunos de 40 días, camina sobre las aguas y sube a los cielos en un carro de caballos de fuego creando un gran torbellino. Muestran más interés por sus relatos los ufólogos que los psiquiatras. Su paralelismo con la vida de Jesús es evidente, ya que Elías sube al monte Carmelo, monta un altar con doce piedras y consigue que un rayo destruya los ídolos de los sacerdotes de Baal, luego es capaz de hacer llover. Si los supuestos milagros de Elías parecen insignificantes sólo hay que ver los de Eliseo, su discípulo.

Eliseo es el discípulo de Elías, y curiosamente es el único testigo que lo ve ascender al cielo en un carro de fuego. Como recuerdo de este suceso Elías le deja un manto mágico. ¿Qué hace Eliseo con este manto mágico?: Divide las aguas del Jordán con el manto para poder atravesarlo; sanea el agua de Jericó echándole un pellizco de sal; multiplica panes; resucita el hijo de la sunamita, cura de la lepra a Naamán. Y para superar a Elías en sus milagros consigue hacer flotar un hacha de hierro, y finalmente un muerto que por equivocación es arrojado a su sepultura, resucita al entrar en contacto con sus huesos.

Es un buen repertorio de gente para encerrar, pero la Iglesia ha preferido hacerlos santos para darnos ejemplo de las cualidades de estos personajes. Y nos recuerda que tendremos que morir y los santos, algunos con más de 500 años de antigüedad, viviran para siempre, muy felices mientras contemplan nuestras aburridas mentes racionales.

Comentarios desactivados en El cenáculo de los ateos (II): Santos de Psiquiátrico

Comments are closed.