¿Es la ciencia la nueva religión?

octubre 10th, 2014

Cada vez son más los que tienen más fe en la ciencia y la consideran más verdadera que los que creen en las religiones, y cada vez son más los descubrimientos científicos que rebaten las historias, mitos y leyendas que han sido fundamentos ortodoxos e incuestionables de las religiones.

Las historias bíblicas o coránicas ofrecen uno hechos indemostrables que son aceptados sólo por aquellos cuyo razonamiento es muy infantil o fanatizados.

Todas las encuestas muestran que la gente da mucha más credibilidad a lo que dicen los científicos y profesionales de la medicina, que lo que afirman los clérigos. En una escala del 1 al 10, la credibilidad y confianza en la ciencia está en el 1 y la religión en el 9. El puesto número 10 lo han ganado con honor los políticos.

Cada día son más los que públicamente confiesan su ateísmo o agnosticismo, y cada vez aparecen más movimientos racionalistas, humanistas o transhumanistas. Los no creyentes han empezado a “salir del armario” cuando las religiones solo les ofrecían tener fe en sus tradiciones y la ciencia les brindaba la experiencia de saber la realidad sobre lo que les rodeaba, viviéndola intensamente y con la esperanza, cada vez más, de una mayor longevidad.

¿Ha ocupado la ciencia el lugar de las religiones?

El sociólogo G. Lenski define la religión como “un sistema compartido de creencias y prácticas sociales, que se articulan en torno a la naturaleza de las fuerzas que configuran el destino de los seres humanos”. ¿No es la ciencia también un sistema compartido de creencias? Creencias en teoremas, hipótesis, postulados, etc. ¿No se articulan esos teoremas, hipótesis y postulados en torno a la naturaleza de las fuerzas que están configurando a los seres humanos?

Las religiones se basaron, durante muchos siglos, en milagros de escasa credibilidad que eran aceptados por un vulgo de exigua cultura y psicología cargada de temores. Hoy la ciencia no precisa de milagros para curar enfermedades que antes eran incurables y ha conseguido que la vida de una persona llegue a edades que antes eran impensables. Pero es más, las nuevas tecnologías y la nueva medicina investiga para que el ser humano alcance una inmortalidad, aquí en la Tierra, frente a la hipotética e indemostrable inmortalidad que ofrecen las religiones en un ingenuo más allá.

Ha sido la ciencia quién con su progreso ha ayudado a la mujer a alcanzar un estatus social equiparable al de los hombres. Con los anticonceptivos y los abortivos ha permitido que la mujer alcanzase una libertad que muchas religiones le tenían vetada. Es esa misma libertad la que ha permitido a los científicos trabajar en campos de la ciencia y desarrollar teorías cuya exposición, unos cientos de años atrás, hubieran representado acabar en la hoguera.

Volamos en aviones y viajamos al espacio dominando un cielo que era de unos ángeles inexistentes, lo hacemos a bordo de tecnologías que hemos creado, no montados en caballos o flotando en nubes. La ciencia puede demostrar racionalmente y matemáticamente todos sus descubrimientos, frente a las historias religiosas que sólo son fantasías literarias que sucumben a un análisis racional o una datación científica.

Da la impresión que la ciencia se ha convertido en una nueva religión, o como mínimo, ha ocupado su lugar frente a una civilización occidental que le otorga más crédito y confianza. Ser cientificista es creer que la ciencia desarrollada por el ser humano lo puede y podrá todo, y que la razón, y no los mitos, resolverá las incógnitas de nuestra existencia y nos hará inmortales en este mundo.

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