La necesidad de la divulgación cientifica

mayo 27th, 2017

La necesidad de la divulgación científica.

 

Un artículo de Nature, publicado en Investigación y Ciencia (junio 2017), me da pie para insistir en el papel del divulgador científico. Como ya he explicado en alguna ocasión, creo con convicción, que cada vez es mayor la grieta de entendimiento que existe entre la ciencia y el ciudadano corriente, aquel que no tiene una información científica, pero puede ser experto en otras materias como leyes, historia, letras, etc. Me consta que a estos ciudadanos también les entusiasman los descubrimientos científicos, pese a que, en algunos casos, les parece que les hablen en chino cuando se trata de mecánica cuántica, nanofísica, terapia génica, ondas gravitacionales, cosmología. Neurofísica,   etc.

Primero quiero destacar que los científicos ni tienen toda la verdad, ni tienen respuestas para todas las preguntas que se les realiza. Hechos que crean cierta decepción entre ese ciudadano lego y quién trata de realizar una divulgación científica. Personalmente me he encontrado en conferencias que imparto con el hecho que me han realizado una pregunta que desconozco la respuesta. Siempre he sido claro y he explicado sinceramente que “no lo sé”, que “no sé todo”, y si la pregunta es de las que la ciencia tampoco ha dado una respuesta, invitó a los oyentes a que, entre todos, busquemos una posible repuesta, convirtiendo el auditorio en una “Brainstorming”.

Creo que es muy importante la forma de comunicar con la ciudadanía. Sé que utilizar tecnicismos científicos da cierto aire de poseer unos conocimientos elevados. Pero se trata de que el ciudadano comprenda lo que se está explicando. A veces ejemplos que pueden parecer muy infantiles, como hinchar un globo con galaxias dibujadas, suelen aclarar fenómenos científicos como la del hecho de que en la expansión del universo solo se mueve el espacio que hay entre las galaxias. Siempre, entre el público habrá el que se sienta menos valorado en sus conocimientos por las argucias que se empleen para explicar las cosas, pero eso, a los divulgadores no nos debe preocupar porque estamos ahí para transmitir a todos los ciudadanos. No para alardear de conocimientos, no para explicar informaciones autoritarias.

La ciencia ha demostrado su conocimiento cuando ha sabido rectificar, cuando ha admitido que se equivocaba, y eso se ha producido cuando ha logrado aumentar sus conocimientos incompletos sobre todo lo que le rodea. La ciencia ha llegado a conclusiones erróneas sobre la alimentación, las infecciones, los fármacos, la existencia de exoplanetas, partículas cuánticas, cambio climática, comportamiento animal, herencia paleo antropológica,  etc. Y eso ha sucedido porque carecía de toda la información necesaria. Y aún existirán muchas cosas en las que se estará equivocado.

Es necesario que los ciudadanos entiendan el mundo científico, porque es el mundo de mañana, y entre esos ciudadanos están los políticos que, más que nunca precisan asesoría científica, “fábricas de pensar” que les ponga al corriente de los efectos sociales que tendrán los descubrimientos que se están realizando. El futuro de los ciudadanos depende de las decisiones políticas. Por ejemplo, el cambio climático nos traerá nuevas especies de otros continentes (mosquitos, ácaros, etc.) que serán portadores de nuevas enfermedades. Pues bien, son los científicos los que debe advertir de esos peligros para que los políticos desvíen las inversiones necesarias para prever las enfermedades que ocasionaran.

Hay una ineludible necesidad de comunicar a los ciudadanos el mundo en que viven, de dónde venimos y hacia donde vamos. Una necesidad en la que se tienen que involucrar los medios informativos y todos los estamentos. De lo contrario corremos el riesgo de que esa grieta de la que he hablado al principio, se convierta en un gran cañón que separe a los ciudadanos entre cultos e incultos científicamente.

Nadie desea unos ciudadanos carentes de información, sino personas preparadas que sepan reflexionar sobre la importancia de los descubrimientos y gestionarlos. Así como identificar lo verdadero de los falso. Porque entre otros aspectos podemos caer en el riesgo que falsas verdades arropen a los ciudadanos, falsas creencias los induzcan a integrismos, a la creación de sectas seudocientíficas, a extraños movimientos que nos transporten al oscurantismo y la ignorancia de los siglos pasados.

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