Siglo XVIII y siglo XXI un paralelismo inconfundible

julio 24th, 2013

A lo largo de la historia de la humanidad hemos atravesados diversos paradigmas, especialmente cada vez que se realizaba un descubrimiento que desechaba las teorías existentes anteriormente e implantaba un nuevo orden de ver el mundo.  Tal fue el caso de Galileo con su teoría heliocéntrica, Darwin con la evolución de las especies, etc.

Hoy nos encontramos en un cambio de paradigma mucho más profundo, no sólo afecta a nuestras concepciones del mundo que nos rodea, transformado por las teorías de la mecánica cuántica, sino a la profundidad de los cambios sociales que nos lleva a la utilización de nuevas tecnologías que no todos saben manejar.

Algo muy parecido acaeció en el siglo XVIII. El llamado siglo de las Luces, en Francia; siglo de la Iluminación, en Inglaterra; y siglo de la Ilustración, en España. Sus características son muy parecidas a lo que está sucediendo ahora. Y podemos realizar una comparación.

En el siglo XVIII se creó una libertad e independencia del pensamiento, todo se podía cuestionar, incluso las creencias religiosas. Hoy el principio de libertad e independencia prima por encima de cualquier aspecto social, nadie regaña los pensamientos más rebuscados y las religiones son cuestionadas sin que eso signifique ningún tipo de herejía.

En el siglo XVIII fue la ciencia la que produjo el cambio revolucionario de la época, la razón predominaba por encima del corazón. Predominaba el método científico experimental y el análisis matemático. Hoy la ciencia, y especialmente la tecnología, están marcando los pasos de la sociedad. Los nuevos adelantos tecnológicos son los que configuran día a día el mundo en que vivimos. La diferencia con el siglo XVIII es que hoy emergen en una forma exponencial.

En el siglo XVIII surgió la famosa  Enciclopedia cuyo verdadero nombre era Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios. Una obra monumental de 17 tomos dirigida por Denis Diderot. Fue el símbolo de la época y sus usuarios eran los enciclopedistas. Todo el que no sabía leer o no comprendía sus materias quedaba excluido del gran adelanto. No es hoy Internet algo parecido con los internautas, no queda excluido todo aquel que no se adapta a la nueva tecnología de ciberespacio.

La Ilustración también produjo un proceso muy rápido de laicización, período en que la Iglesia perdió poder y credibilidad. También surgió el ateísmo y el enfrentamiento entre ciencia y religión, así como un buen número de agnósticos. Hoy, especialmente en los países avanzados, la laicización está al orden del día, la Iglesia se ha convertido en una Institución sin poder de representación en el parlamento. Los ateos llegan a alcanzar el número de mil millones en el mundo frente a los 1.200 millones de católicos. Los agnósticos superan estas cifras y el enfrentamiento entre Iglesia y Ciencia se produce cada vez que esta última realiza un descubrimiento que entusiasma a los científicos y preocupa a los clérigos.

El siglo XVIII representó la marginación de muchos ciudadanos europeos que, debido a sus bajos niveles culturales e incapacidad de adaptarse a las tecnologías de la época se quedaron sin trabajo. Hoy  millones de ciudadanos se encuentran en la misma situación, marginados al no saber utilizar las nuevas tecnologías que emergen y cambian día a día.

Me perdonará el lector por esta comparación del siglo XVIII con el siglo XXI. Me pareció tan semejante, especialmente Internet y la Enciclopedia, el nacimiento del ateísmo de  ayer y el de hoy; incluso el debate ciencia/religión. El siglo XVIII fue un salto hacia adelante que, como cualquier proceso evolutivo o mutación tuvo sus bajas humanas. Hoy el nuevo salto también tendrá sus bajas, especialmente entre aquellos que no estén preparados para  complejidad tecnológica y el léxico científico que viene.

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El futuro es el grafeno

febrero 4th, 2013

Cuando mencionamos el grafeno estamos hablando del futuro tecnológico. Nokia, el Consorcio Flagship grafeno, se lleva una importante aportación de la UE para seguir investigando en el desarrollo de la tecnología con grafeno. Europa apuesta por el grafeno como futuro sustituto de silicio, y dedicará parte de su presupuesto, en los próximos diez años, en el desarrollo de esta posibilidad.

El grafeno es carbono puro. Una hoja de grafeno tiene el espesor de un átomo, es 300 veces más fuerte que el acero y una lámina de 1 m2 pesa 0,77 miligramos; entre sus propiedades está que es conductor térmico y eléctrico, se calienta muy poco y tiene la propiedad, según algunos investigadores, de autoenfriarse. Si le llega la luz genera electricidad como los paneles solares.

¿Qué se puede hacer con el grafeno? Construir el futuro. Se pueden hacer circuitos integrados, transistores, télefonos, pantallas flexibles, baterías ultrarrápidas, nanotubos, y materiales de nanotecnología, comunicaciones, aeronáutica, etc.

El grafeno se puede sintetizar a partir de azúcar común a 800ºC, se obtiene a través del grafito con el que se hacen las minas de los lápices. En España se explota, por el Grupo Antolín, que ha invertido en su explotación 3 millones de euros más 1,5 que ha aportado la Junta de Castilla-León. Existen yacimientos en Chile y en África, en este último continente en países de complicada estabilidad. Francia ha intervenido en Mali por el oro y los diamantes, pero también por el grafeno.

El grafeno va ha tener un gran impacto financiero hasta el 2020, es un mercado que sólo en Asía representa 675 millones de euros. Los países con más patentes con grafeno son China, seguido de Estados Unidos y Reino Unido.

En su explotación están interesadas, y ya han realizado proyectos, muchas empresas de astronáutica, especialmente desde que el telescopio Spitzer de la NASA descubrió que abunda en el espacio, en los asteroides.

Más información de la noticia en Mashable y en la Wikipedia.

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