El único miedo es desconocer

septiembre 27th, 2012

“Es de tu miedo de lo que yo tengo miedo” le decía Romeo a Julieta en la obra de Shakespeare.
El miedo es el arma de los que son incapaces de dialogar, de los que quieren mantener su poder por encima de todo, de los prepotentes y de los opresores. El miedo es el arma que utilizan los dictadores, las religiones intransigentes, los terroristas, los fanáticos y los fundamentalistas. En general todos aquellos que se creen en la posesión de la verdad.

Abordo este tema en unos momentos en que muchos ciudadanos intimidan a otros con el miedo a lo que pueda pasar. Lo hacen con el miedo, que es una forma solapada de amenazar. Insisto, el único miedo es desconocer.
Lo que mueve a algunas personas es el miedo a perder su estatus quo, una situación en la que ellos viven mejor cuando los demás están sometidos. La opulencia y el poder tienen un gran miedo a la singularidad y a la libertad. Los conservadores y algunos sistemas políticos nos amenazan con el miedo. Quieren que nos quedemos en casa, hipnotizados por la televisión que invade nuestros cerebros con el virus de la información que ellos manejan. No quieren que leamos, que nos informemos, les joroba Internet y las posibilidades de comunicación y aprendizaje que ofrece este medio. Internet, la lectura y escasos canales de televisión (Odisea, Historia, National Geographic, Discovery, etc.) nos abren a nuevos conocimientos, que no gustan al sistema. El sistema, tanto político como religioso, prefiere mantenernos en el oscurantismo, en el medioevo del conocimiento. En la época medieval, se vivía con el terror de la peste; hoy, algunos, vivimos con el miedo de volver a una época de oscurantismo e ignorancia; otros con el miedo de que comprendamos la verdad de nuestros ser, la existencia de nuestra consciencia…la verdad de nuestra historia.
Con el miedo no nos habríamos enfrentado a los dictadores, a la Inquisición de la Iglesia, a las mentiras que nos pretendían hacer tragar. No habríamos progresado y seguiríamos en oscuras cuevas pintando bisontes; nuestra medicina seguiría creyendo, para no caer en herejía, que la sangre no circulaba por las venas; no habríamos ido a la Luna ni explorado los fondos de mar.

Los que esparcen el miedo son los cretinos de siempre, los que quieren que todo quede igual para no encontrarse atenazados al miedo del progreso y lo nuevo. Lo hacen de ciudadano a ciudadano, alertando de lo que puede pasar si no seguimos con las mismas costumbres, las mismas creencias y la misma opresión.

Para finalizar recuerdo el dicho chamán que destaca: “Sila ersinarsinivdluge” (No tengas miedo del universo).

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Estupidez y políticos

septiembre 13th, 2012

Me pide un amigo a quién no puedo decepcionar, y que aborrece a los estúpidos, que escriba algo sobre la estupidez y los políticos, y me remite el principio de Hanlon, que destaca “Nunca le atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez” y concluye que estamos gobernados por ineptos…pero muy ineptos.

Se ha escrito tanto sobre estupidez/políticos, y sin embargo como destaca Camus “…la estupidez insiste siempre”. Entre los libros de mi biblioteca hay varios sobre la estupidez; el “Puntuario de la estupidez humana”, del filósofo Savater; la “Historia de la estupidez humana” de Paul Tabori; “Sobre la estupidez” de Lowenfeld; “L´homme stupide” de Richet; “A short introduction to the history of human stupidity” de Pitkin; “Historia cultural de la estupidez” de Ráth-Vegh; “Sobre la estupidez” de Musil; y “La estupidez” de Glucksmann”. Casi todos hacen referencia a los políticos.
Con todo este material debería decir algo riguroso sobre la estupidez, pero es un tema, especialmente cuando se mezcla con la política que cada día me sorprende más.

Mi consejo primordial es que no nos rodeemos de estúpidos, los pensamientos inteligentes pueden resultar estúpidos si el marco en que se mueven es estúpido. Pienso que si estás rodeado de gente estúpida ya es malo, pero si te dejas gobernar por ella aún es peor. Un día habrá que hacer un balance sobre los estúpidos que nos han gobernado, será enciclopédico. También habrá que preguntarse por qué los intelectuales no han querido nunca el poder y entrar en política, otro día hablaré de este tema.
Sépase, como orientación, que el estúpido está muy solicitado en las reuniones mundanas. Incomoda a todos pero proporciona temas insulsos de conversación entre otros estúpidos. Al estúpido lo conocerás porque está rodeado de ceremonial, ofrece opiniones vacuas y rutinarias sobre todos los temas, viste como un empleado de sastrería del Corte Inglés, se considera un triunfador y está cerrado en sus viejos confines. Generalmente no crea nada, pero lamentablemente procrea.

Para finalizar Robert Burton, que como yo no cree en la felicidad, escribe una frase magistral en su “Anatomía de la melancolía”: Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero si os falta la primera, estáis perdidos.

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¿Qué hay de lo mío?

septiembre 12th, 2012

He seguido con interés los discursos de los candidatos y teloneros a la presidencia de los Estados Unidos. Los discursos de los republicanos han sido mensajes patrioteros, al antiguo estilo y repletos de viejos valores que sólo seducen a los más fanáticos, intransigentes y chauvinistas, aquellos que sienten orgullo por ver partir a sus hijos a lejanas guerras basadas en oscuros intereses. El hecho que el mejor discurso, que más ovaciones tuvo, fue el de Harry el Sucio (Clint Eastwood), ya nos dice algo del carisma que puede tener Mitt Romney.

Tanto los discursos de los demócratas Obama, Michelle Obama y Bill Clinton fueron magistrales, más de 45 minutos cada uno, sin tener que recurrir a leer de ningún apunte, improvisando, cosa que los políticos españoles son incapaces de realizar. Unos discursos en que podríamos recoger cientos de frases llenas de contenido, con un mensaje que humedeció los ojos de los asistentes a la convención en Charlotte y los millones de seguidores a través de las cadenas de televisión.
Saber transmitir un mensaje con sus frases adecuadas es básico, también cumplirlo. Kennedy era un gran comunicador. Churchill un gran estadista que arengó a los británicos con aquel “Sangre sudor y lágrimas”, y Martín Lutero King movilizó a la gente de color con “He tenido un sueño”.

Eso me rememora las frases que nos han legado nuestros políticos. El famoso “Puedo prometer y prometo”, expresado con gran convicción por Adolfo Suárez. O Felipe González diciéndole con su acento andaluz a la oposición:”Por consecuencia, ustedes no tienen credibilidad”. Aún recuerdo aquel grito chusquero de “Se sienten, coño”, ordenado, pistola en mano, por Tejero. Luego vinieron los reiterativos y simplones argumentos de Aznar, gritando como un vendedor de un zoco sus continuos y provincianos “Váyase, señor González” y “España va bien”.

En Catalunya Tarradellas llegó con aquel inolvidable “Ja soc aquí”, y Jordi Pujol, cuando una pregunta de la Prensa no le gustaba contestaba aquel “Això no toca!”. Me destornillaba de risa cada vez que Arzalluz decía aquello de “Cada vez que voy a Madrid me pica todo el cuerpo”.
Ahora la frase de moda, la que podemos escuchar en las grabaciones telefónicas de los políticos encausados en los juicios es “Qué hay de lo mío”. Es decir, que hay de lo nuestro, de lo que nos han robado, defraudado o estafado.

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