Prospectiva y futuro

junio 26th, 2015

Lo he comentado en varias ocasiones, no son las decisiones políticas las únicas que cambian la civilización, existen toda una serie de factores impredecibles que transforman nuestras vidas y obligan a reestructurar la sociedad en que vivimos.

El sistema político actual carece de estrategias a corto y largo plazo. Los políticos toman decisiones, la mayor parte de las veces, que benefician sus mandatos, es  decir, no son propensos a financiar proyectos que vayan más allá del tiempo que permanecen en política. Toman decisiones populistas que les benefician y les permiten prolongar su estancia en unas nuevas elecciones.

Estamos en un momento de la humanidad en la que la política precisa un asesoramiento prospectivo. Precisa que equipos pluridisciplinarios con científicos, técnicos, filósofos, especialistas en diferentes materias, etc., exploren los acontecimientos que se avecinan y prevean sus consecuencias sociales.

Nadie previó los cambios sociales que originaron Internet, nadie imaginó la transformación de la vida que causaría los teléfonos móviles, nadie consideró el aumento de longevidad como consecuencia de los adelantos en la medicina, nadie advirtió que el cambio climático produciría migraciones que asaltarían Europa, nadie tuvo en consideración las guerras étnicas que la climatología produciría, ni el choque de civilizaciones entre democracias y teocracias, entre creyentes cristianos y creyentes mahometanos, ni la aparición de los fundamentalismos y terrorismo yihadista. De la misma forma que no se previó el crac de la bolsa, la crisis de Grecia, el crecimiento científico en China, la caída del precio del petróleo y las tensiones entre Rusia y la OTAN.

El lector desconfiado me dirá que muchos de estos acontecimientos han sido orquestados por confabulaciones internacionales. Que intereses de multinacionales y poderosos grupos financieros son los que manejan las geoestrategias mundiales, incluso que son los responsables de la aparición de virus letales como el SIDA o el Ebola. Puede que tenga algo de razón, pero podría mostrar cientos de ejemplos en los que los acontecimientos no han sido manipulados y han estallado en las manos de todos imprevisiblemente.

¿Hemos aprendido la lección? Creo que no. Seguimos sin prever el futuro, sin considerar lo que se nos viene encima. Nuestros políticos siguen creando leyes y normativas como si  nada fuera a cambiar, como  si todo fuera una línea recta con fluctuaciones que se pueden corregir improvisadamente. Siguen realizando cambios que solo les beneficia a ellos y a su sistema, digámoslo también, caducos y desfasados. No han percibido que lo tenemos frente a nosotros es una exponencial de acontecimientos inesperados que transformarán el mundo.

Solo unos pocos pueden imaginarse lo que se está desarrollando en los sectores de la informática, medicina, nanobiolología, inginería genética, transporte, etc. Antes de 15 años tendremos coches sin conductor, medicamentos antienvejecimiento, conexiones mente-máquina, sensores en nuestros hogares conectados a sensores en nuestro cuerpo, trenes de supervelocidad, robots ocupando miles de puestos de trabajo, etc.

Cualquiera de estos avances cambiará nuestra sociedad, transformará nuestras formas de vida. Un solo cambio, un simple comprimido que alargue nuestras vidas 10 o 20 años más y se va al traste toda la Seguridad Social y las pensiones. La posibilidad de contactar con otra vida inteligente fuera de nuestro planeta, nos enfrenta a plantearnos otras creencias o ningunas, un hecho que originaría un fuerte encontronazo entre los alienígenas y los más fundamentalistas.

Solo podremos enfrentarnos, sin traumas y conflictos, al futuro que viene si realizamos previsiones de ese futuro, si tenemos en cuenta posibles escenarios hipotéticos que puedan anticiparnos a sus consecuencias. Y eso sólo lo conseguiremos si los políticos constituyen grupos prospectivos que les vayan asesorando y advirtiendo sobre lo que pueda venir y sus consecuencias sociales.

Hay que realizar planes para el futuro teniendo en cuenta los escenarios hipotéticos más impredecibles, hay que utilizar un pensamiento singular, considerar aquello que parece imposible como una realidad. La imaginación puede parecer de locos, como fueron tachados H. G. Wells cuando describió objetos más pesados que el aire que podían volar, o Verner con su viaje a la Luna. Ahora solo se trata de palpar lo que se está investigando en los laboratorios y prever las consecuencias de sus descubrimientos.

 

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Somos minoría

marzo 26th, 2015

Tras el post “La tercera fuerza”, en la misma línea, propongo nuevas alternativas. No os limitéis a leer, empezad a colaborar.

Hemos progresado en derechos y libertad desde el momento que puedo expresar lo que voy a explicar en este artículo, aunque no estoy exento de estar más vigilado y controlado a partir de que propongo nuevas ideas.

Una parte de nuestra civilización tiene mayor libertad, mejor sanidad, mejor nivel de vida y más conocimientos. Otra parte carece de todos estos valores y nos odian por nuestra forma de pensar, nos decapitan y nos desprecian. Es un fanatismo religiosos que está llevando al islam al mismo escenario que llevo al cristianismo con las Cruzadas. Ahora las Cruzadas islámicas son sus actos terroristas en todo el mundo.

En la civilización en que vivimos los occidentales, una parte de nosotros no estamos bien, nos sentimos rodeados de ignorancia, y de cretinos que nos oprimen preocupados por nuestras inquietudes y visiones de un mundo diferente. Somos bichos raros y ya estamos cansados de modernos la lengua y aguantar sandeces.

Existe una ciudadanía que solo entienden la vida como un tránsito que hay que pasar, no entienden la vida ni tampoco hacen ningún esfuerzo por entenderla. Ven nuestras minorías con recelo, temen la profundidad de nuestra filosofía, somos científicos chalados y les resbala esa inquietud e interés que tenemos por los placeres de la mente.

Es necesaria una nueva educación, una formación para todas las edades, de lo contario la brecha entre la ciencia y la ciudadanía será cada vez mayor, y cada vez seremos más minoría entre una sociedad que nos calificara de raros, de pensadores.

Me preocupa que ser pensadores pueda convertirse en una amenaza para los cretinos que están en el poder y que no quieren que nada cambie. Me preocupa que nos opriman más, que nos frenen, que impidan que transmitamos cultura y nos aplaquen con impuestos irracionales, que nos pongan más impedimentos, que intenten regular con leyes el conocimiento.

Los que pensamos somos minoría, hay quienes no han tenido esa oportunidad y se han convertido en grandes masas supervivientes en China, el mundo árabe y Sudamérica. Seres que no son seres, son autómatas del sistema opresor que les permite, solamente, sobrevivir. Pensar ha sido y es la más peligrosa de las acciones.

Nos podemos dar por afortunados que en una parte de occidente, somos minoría y aún no somos una especie peligrosa para los que gobiernan. Esta situación nos permite ir construyendo en nuestro entorno una “sociedad de conocimiento”, con unos derechos humanos vigentes, una educación laica, neutral, sin adoctrinamientos sociales o religiosos. Algo difícil de lograr.

No esperemos que los gobiernos hagan algo por nosotros, especialmente mientras puedan ir manipulando las masas. Somos nosotros los que tenemos que luchar para poder impulsar a la raza humana hacia adelante. No van a escuchar nuestras voces, solo fingirán entendernos, porque sus preocupaciones son el poder y conseguir el voto de las masas.

Somos nosotros que debemos de unirnos: pensadores, científicos, ciudadanos con inquietudes. Tenemos medios como Internet con el que podemos comunicarnos en tiempo real con personas afines de todo el mundo y formar comunidades virtuales con ellos. Hagamos comunidades idealizadas donde exista la innovación, la apertura mental, los laboratorios de ideas.

Somos minoría pero tenemos inquietudes y algo que los partidos políticos carecen: ideologías.

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La tercera fuerza

marzo 16th, 2015

Los entrados en años de hoy, escribíamos en las paredes en Mayo del 68: “Temblad viejos porque el mundo de mañana será nuestro”. Hoy somos viejos y el mundo no es nuestro, la frase ha pasado a ser un grafiti anecdótico de una revolución que ganamos a medias.

Vivimos, los supervivientes de mayo de 68, en un mundo que no nos gusta, que no es la sociedad por la que luchamos. Pero vemos que a los jóvenes tampoco les gusta, por lo que ya tenemos ambos algo en común. Algunos jóvenes temen que su futuro sea como el monótono y aburrido presente de muchos viejos. Cavilan aquella frase de “como me ves te verás”, y no les gusta.

La realidad es que muchos viejos se sienten ancianos o mayores porque han dejado de participar en un sistema que, dígase de paso, no cuenta con ellos. Ante esta situación injusta se auto-marginan, dejan de participar y colaborar ofreciendo lo mejor que aún queda en ellos: la experiencia, el conocimiento acumulado, la sabiduría y la esperanza de cambio. Dígase de paso que no todos los “viejos” pueden aportar esta valija de viaje, pero pueden participar de otras formas con su voto y presencia ante el poder de los políticos que  no cuentan con ellos.

Personalmente me gusta hablar con los más jóvenes, participar en sus proyectos, empujarlos a luchar y dejarlos que ellos lleven las riendas del carruaje que los tiene que llevar a un futuro que espero será mejor.

Esta simbiosis jóvenes-viejos es la que nos ayuda y nos proporciona esperanza a los segundos. Es un diálogo inter-generacional que ofrece a los jóvenes experiencia y a los viejos los convierte en una Tercera Fuerza.

Si la tercera edad quiere tener una sanidad mejor, una pensión más digna, unos lugares adecuados donde pueda seguir desarrollando su intelecto, su ocio o calidad de vida, donde pueda hacer proyectos y organizar eventos, debe de transmutarse, dejar de  ser la “tercera edad” para convertirse en la “Tercera Fuerza”.

La Tercera Fuerza tiene el poder de su presencia, de su voto, de su derecho a protestar y manifestarse. Tiene el derecho a querer seguir participando en un mundo por el que ha luchado y ha ayudado a construir con sus fracasos, sus errores y sus triunfos. Porque, seamos sinceros, no lo hemos construido todo lo ideal que queríamos, teníamos muchos trepas y oportunista infiltrados en el proyecto.

La tercera edad aún no se ha percatado que es la Tercera Fuerza. Aun no intuye que tiene un gran poder, que tiene una importante presencia, que puede inclinar su voto y decidir quién quiere que le represente en las instituciones. La tercera edad desconoce el poder que tiene. No son o somos esos viejos achacosos jubilados, muchos seguimos manteniendo nuestras facultades intelectivas, seguimos creando, seguimos esforzándonos por tener más conocimientos, y seguimos compartiendo este doloroso sistema con los jóvenes que también quieren cambiarlo.

El futuro, el mañana, está marcado, quieran o no quieran los políticos, por una mayor longevidad, y eso representan importantes desafíos sociales que, esos políticos, deben de afrontar, entre esos desafíos está contar con los “retirados” para seguir construyendo el mundo. De no ser así, se  exponen que cualquier día aparezca un partido de la Tercera Fuerza, un partido que no defenderá a sus componentes desde las derechas o izquierdas, sino que lo hará en función de las necesidades de sus seguidores, y votará a aquel que le ofrezca una longevidad participativa y no una vida arrinconada.

Derrochando en la Conquista Espacial

diciembre 18th, 2014

Hay mucha gente que reprocha el dinero que se está gastando en la conquista del espacio. Personas que nos recuerdan que hay pobreza en el mundo, que hay niños enfermos y que se derrocha en naves espaciales, ir a la Luna, Marte o a los asteroides y poner en órbita telescopios costosísimos.

Lo digo con toda dureza, los que opinan así reptan en la ignorancia más profunda. La industria espacial está dando trabajo a millones de personas y miles de industrias auxiliares. El desarrollo de la industria espacial ha generado grandes inventos que utilizamos todos. Hoy tenemos mejores comunicaciones gracias a los satélites y el GPS. Los trajes de los astronautas han aportado materiales textiles que utilizan los bomberos, los pilotos de F-1, los submarinistas, escaladores, etc. Ropa térmica, el teflón, el velcro y sus prácticos cierres. Los cascos de los astronautas son de policarbonato, ligeros y de gran dureza, hoy los llevan los motoristas, y los pañales desechables de las abuelas y abuelos también fueron ideados por la industria espacial.

Aún hay más cosas, como las herramientas taladradoras sin cable, las pinturas anticorrosivas, los detectores de humo que se usaron por primera vez en la estación Skylab, los tubos dentales, y el código de barras desarrollado para controlar las miles de piezas de los cohetes en los almacenes de la NASA.

La industria espacial ha creado los alimentos deshidratados y liofilizados, el café soluble, los envases al vacío, así como el microondas y el láser para medir distancias.

En medicina podría llenar tres páginas, pero gracias a la conquista del espacio hay monitores cardiacos, termografías multicolor, lentes de contacto que protegen de la radiación, termómetros digitales, TAC, nuevos medicamentos, etc. ¿Saben de dónde salieron las píldoras que toman los niños para viajar y no marearse?

¿Saben por qué queremos explotar la minería de los asteroides? Pues porque eso aportará cientos de miles de puestos de trabajo, nuevos materiales como el grafeno y otros materiales sensibles, desarrollo de nuevas tecnologías y lo más importante riqueza. Los asteroides tienen materiales denominados PGM (Grupo de Metales de Platino), 28 gramos de PGM alcanza el precio de 1.500 $, un solo asteroide puede aportar 5 billones de $, y hay cientos de miles de asteroides.

Finalmente, los costosos telescopios en órbita nos aportan datos precisos de nuestro entorno, y datos cosmológicos de nuestro universo y las posibilidades de vida en otros sistemas planetarios. Y estos conocimientos son tan importantes como todo el dinero que podamos ganar en la explotación minera espacial.

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¿Cómo se puede llegar al extremismo del EI?

diciembre 16th, 2014

Cuesta pensar que le puedan cortar la cabeza a una persona por no querer convertirse a una religión extremista como es el islam radical. Cuesta considerar como se puede hacer una diferenciación con las mujeres y obligarlas a ir con burkas y prohibirles la educación. Cuesta entender que se mate por una creencia y que se entablen guerras sangrientas en nombre de un dios. Cuesta creer que se eduque en madrazas a niños dentro de una sola visión religiosa del mundo, y que se les condicione y se les manipule convirtiéndolos en asesinos o mártires dispuestos a auto-explosionarse en un mercado lleno de gente.

Cuesta creerlo, pero nosotros, los occidentales estuvimos sumidos en el mismo estado en el medioevo. A los herejes y no creyentes del cristianismo, no se les cortaba la cabeza, pero se les quemaba en la hoguera. A las mujeres no se les colocaba una burka, pero se les instalaba cinturones de castidad o bragas de hierro, cuya llave se llevaba el señor feudal del castillo cada vez que salía a practicar su derecho a pernada. También se les negaba la enseñanza, a excepción de la religiosa; y las más rebeldes, las que leían libros o estudiaban plantas, se las encerraba en conventos.

Los papas y reyes de la época desataron terribles guerras religiosas, las Cruzadas, en las que se asesinaba, mataba, violaba y saqueaba a aquellos y aquellas que no creían en nuestros Dios. Nuestras madrazas fueron los conventos y monasterios donde se educaba a los hijos de los más poderosos, y también se realizaba con una sola visión religiosa del mundo, al margen de condicionar la mente de niños y niñas para matar y morir en nombre de su Dios.

El Estado Islámico (EI) está viviendo una historia semejante a la que nosotros vivimos en el medioevo, siguiendo estancado mentalmente en ese oscuro pasado, solo que ahora en vez de tener cimitarras, tienen armas automáticas; en vez de catapultas, infalibles misiles; en vez de caballos y carros, tienen vehículos blindados y tanques. Son los terroristas más ricos del mundo con sus negocios petrolíferos, sus ventas de obras de arte saqueadas, sus injustos impuestos. Y lo más peligroso es que pueden, en pocas horas, viajar a cualquier lugar del mundo.

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