¿Guerra entre revistas científicas de papel y online?

diciembre 12th, 2013

Los científicos Randy Schekman, premio Nobel de Medicina; Peter Lawrence, premio Nobel de biología; y Michael Eisen, profesor de la Universidad de California en Berkeley; han criticado duramente tres de las más prestigiosas revistas científicas que se publican en la actualidad: Nature, Science y Cell. Schekman ha realizado esta denuncia en el Guardian News & Media.

Son tres publicaciones que sigo mensualmente al margen de otras de la Red como PLoS, eLife y decenas de páginas especializadas. Es lo que uno debe realizar si quiere estar al día de los avances científicos.

Los tres científicos citados denuncian que las tres grandes revistas mencionadas, distorsionan el proceso científico, ya que la admisión de textos puede estar sujeta a consideraciones políticas científicas o presiones financieras. Imagino que esas presiones pueden proceder de los grandes laboratorios farmacéuticos o de industrias emergentes, que temen la información sobre los alimentos que comemos y los medicamentos que ingerimos.

Los científicos, especialmente los jóvenes, publican en esas revistas para conseguir méritos. Es importantísimo presentar un curriculum vitae en el que aparezca que se han publicado X artículos en Nature, Science o Cell. Ya que en esas revistas se sigue una estricta selección y control de la veracidad del contenido, hasta el punto de que se llegan a rechazar el 90% de los trabajos.

Sin embargo, los científicos citados, cuestionan los criterios para la selección de los trabajos presentados, y acusan a las tres grandes publicaciones de buscar afirmaciones atrevidas, artículos sensacionalistas y de censurar determinados artículos impactantes sobre la clonación, perfiles genéticos de los centenarios, etc. También denuncian que estas revistas sólo pretenden promocionar de forma agresiva sus marcas.

No pongo en duda el criterio de estos premios Nobel, pero sospecho que también se ha desatado una guerra entre las revistas científicas en papel y las de acceso libre electrónicas. PLoS (Public Library of Science) está publicada en abierto por Michael Eisen, y eLife ha sido fundada por Randy Schekman. Dentro de la Red existen muchas otras revistas de información científica, de la misma forma que el lector puede encontrar en los quioscos – sobre todos los de otros países – gran número de revistas de este sector.

Ante todo hay que saber elegir y asegurarse del rigor de la publicación. Al margen de esta trifulca creo que lo importante es que se transmita el conocimiento y que todos los avances de la ciencia sean accesibles de una forma clara, sin intereses comerciales o ideologías de cualquier tipo. Y eso sólo se conseguirá con el mayor número de publicaciones posible, sean de papel o en la Red.

Olvidan estas revistas que no se trata sólo de publicar los trabajos sobre las más impactantes investigaciones, sino de educar y formar a los ciudadanos, hacerlos partícipes de los descubrimientos y las teorías que están transformado nuestras ideas sobre el mundo en que vivimos. Se trata, también, de formar las estructuras mentales de la población para que puedan comprender la verdadera realidad de lo que son y de dónde están. De no ser este un objetivo preferente, tendremos una élite científica por un lado y una población que no comprenderá nada por otro.

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El día que se fundó Karma-7

septiembre 24th, 2012

Tras ver un programa de televisión que se hablaba, erróneamente, de la fundación de la revista Karma-7, voy a dejar aclarado este tema definitivamente, especialmente para Sebastian D´arbó que participó en este programa. La fundación de Karma-7 no es ningún “misterio”, la fundamos los que la fundamos y estábamos los que estábamos.

Fundamos Karma-7 en mi antiguo domicilio de la calle Diputación 464, pral 4ª, en mayo de 1972.  La idea surgió meses antes del periodista José María Armengou y algunos miembros de la Asociación Astronómica Aster, especialmente Sebastian Fontrodona, Delegado del Movimiento en aquella época, quién sin su apoyo hubiera sido imposible lanzar una revista de esas características (esoterismo, progresismo, realismo fantástico, teorías paganas, etc.) en aquella época de censura, oscurantismo y dogmatismo.

Iniciamos la reunión a las siete de la tarde, y diez minutos después teníamos a la policía secreta solicitando el permiso de reunión, éramos más de cinco; Sebastian Fontrodona los atendió y como representante del Gobierno se hizo responsable con un “yo controlo a los muchachos”.

Allí estábamos, Roca Muntañola, Carlos Batet, Joan Argentier, Marius Lleget, L.Camara, Montaner Mir, el doctor Buenaventura Deusedes, Planas Argelich, Muñoz Badia, E. Vicent, J.A. Lamich, Fontrodona y yo, y no olvido a nadie. Recuerdo que se disculpó telefónicamente Félix Llauge (el Mago Félix).

Fue una gran aventura editorial en la que todos hicimos un gran esfuerzo económico. Cuando salieron los primeros números, también aparecieron las amenazas y denuncias, pero sobrevivimos haciendo una revista en la línea de “El retorno de los brujos” de Louis Pauwels y Jacques Bergier, un masón y un judío políglota odiados y desprestigiados por nuestras élites “intelectuales” del franquismo. La revista se combinaba con las tertulias del Nit y Día, donde nos reuníamos, cada quince días en tertulias nocturnas abiertas a todos, en las que se abordaban los temas más progresistas de aquellos tiempos.

Para mí era la segunda revista que fundaba, la primera fue SER, que sólo pudo editar cuatro números por cuestiones jurídicas y legales del régimen en que vivíamos, revista en la que intervino, con gran iniciativa, Eduardo Romero-Girón que maquetaba e imprimía clandestinamente.

El primer número de Karma-7 salió en junio de 1972, en él escribí un artículo sobre la Asociación Cryogénica de España que había fundado mese antes, gracias al apoyo del profesor Anatole Dolinoff que había conocido en París. Cryonics se fundó en el mismo lugar (dirección y piso) donde se fundo SER y Karma-7. Destacar que los fundadores de Cryonics fueron Salvador Torroella, Ernesto Oliván, el doctor Deusedes y el abogado Francisco Sáez, y yo.