El Sol: inquietantemente tranquilo

septiembre 25th, 2013

Vivimos ajenos a la actividad del Sol siendo esta importantísima para la vida en la Tierra. Una  explosión solar con eyecciones de masa coronal, no sólo puede producir auroras boreales, sino que puede poner en peligro las comunicaciones y las redes eléctricas produciendo apagones como los acaecidos en Canadá en 1989. Un estallido de clase X, de gran potencia de eyección de masa coronaria, orientado hacia la Tierra podría ser letal.

El Sol tiene ciclos de máxima actividad con sus manchas y eyecciones, ciclos de 11,5 años, y este año estamos atravesando uno de estos ciclos. Los astrónomos, a través de telescopios solares y el satélite Soho, han registrado manchas en la fotósfera solar y protuberancias en la cromósfera, a lo largo de este año, pero se esperaba más.

Los astrónomos esperaban en este 2013, más actividad solar que la que han registrado hasta ahora. El Sol está inquietantemente tranquilo y los expertos solares no saben que decir ante esta anormalidad en pleno ciclo solar de máxima actividad.

En sus últimos ciclos hemos tenido tormentas geomagnéticas, apagones por sobre carga de centrales eléctricas, pérdida de comunicaciones en satélites y aviones, apagones de los GPS, etc. Y ahora que esperábamos una gran y peligrosa actividad, tenemos esa inquietante calma.

El Sol es una inmensa bola de fuego demoledora, con una temperatura en la superficie de 5.000ºC y 15.600.000ºC en su núcleo. Los 150 millones de kilómetros que nos separan, nuestra atmósfera y nuestro campo magnético nos protegen de esta descomunal antorcha que, de tanto en tanto, eructa una lengua de llamas que alcanzan 200.000 kilómetros de longitud acompañada de rayos ultravioleta, rayos X, y millones de partículas.

Este monstruo del espacio que nos da vida, tiene sus ciclos peligrosos y, pese a que estamos atravesando uno de ellos, se está comportando con una calma relativa… pero sospechosa y turbadora para los astrónomos.

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Dos inmensas llamaradas

noviembre 20th, 2012

Impresionante las dos llamaradas del Sol que nos ofrece la NASA, sépase que son mayores que la Tierra, y suerte tenemos que no están orientadas hacia nuestro planeta. Acaecieron el pasado viernes día 16, estas imágenes las reproduce La Vanguardia digital y son todo un espectáculo.

Creo que son estallidos de clase X, las de mayor potencia. Si fuera así serían las cuartas de este año, después del 27 de enero y el 5 de marzo, y 28 de junio que tuvimos la tormenta solar más potente de los últimos cinco años.

El Sol está en su máxima actividad con manchas en el ecuador y actividad magnética. En sus anteriores etapas de actividad produjo efectos peligrosos en nuestro planeta y las consecuencias se plasmaron en los siguientes sucesos: en 1859 una tormenta solar produjo el fallo de todas las comunicaciones en Europa y Norteamérica, se vieron auroras boreales en Mallorca; en 1958 los aviones perdieron sus comunicaciones; en 1972 explotó un transformador en la Columbia Británica; en 1989 un apagón en Quebec afecto a 6 millones de personas, hubo auroras boreales en Florida y Cuba; en el 2000 ocasionó la pérdida del satélite ASCA; en 2003 produjo un apagón en Suecia y fallaron los GPS.

El máximo de actividad solar coincide, aproximadamente, con el próximo mes de diciembre y enero del año que viene, luego teóricamente ira descendiendo…se supone. Tanto las fulguraciones, como la eyección de masa coronal son peligrosas para nuestro planeta. Las primeras se producen cuando el campo magnético se reorganiza y produce explosiones que emiten radiación visible, ultravioleta y rayos X. A veces partículas (protones y electrones). Las segundas, eyecciones de masa coronal producen en la Tierra las auroras boreales, son peligrosas para las comunicaciones y las redes eléctricas.

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El agujero negro de la Vía Láctea

octubre 29th, 2012

En ocasiones he hablado de los peligros de la actividad solar, de una posible explosión de una estrella próxima a nosotros, pero la alarma nos vino el pasado mes de junio del centro de nuestra galaxia.

En el centro de nuestra galaxia existe una agujero negro que, hasta ahora, lo dábamos por tranquilo y poco peligroso. El pasado 13 de junio lanzó un terrible fogonazo, un episodio de energía expulsada que pudo tener efectos sobre todas las estrellas próximas y los planetas que posiblemente las orbitan. Afortunadamente nosotros estamos a 25.000 años luz, pero no estamos exentos de la energía que libera convertida en partículas atómicas y subatómicas y radiación electromagnética.

El agujero negro del centro de nuestra galaxia es una singularidad que engulle todo lo que está próximo. No es de los agujeros negros más grandes pero tiene cuatro millones de masa solar.

El peligro es que desconocemos cuales sus fases de actividad, y todo hace sospechar, que esa actividad depende de lo que engulle. En la actualidad existe una nube de gas que tiene triple masa que la Tierra y está apunto de ser engullida. Esto ocurrirá a mediados de 2013, y no se sabe exactamente si este acontecimiento originará nuevos fogonazos del agujero negro.

Las estrellas alimentan los agujeros negros y esto produce transformaciones en las galaxias.   La intensa radiación X y ultravioleta emitida por la materia que cae hacia un agujero negro puede generar vientos de gas caliente que barran regiones de formación estelar.

El agujero negro del centro de nuestra galaxia es pequeño comparado con otros agujeros negros. Tampoco parece muy activo, pero puede tener ciclos que son insignificantes ante la brevedad de nuestra civilización. Parece que tuvo un episodio de trabajo y actividad, alrededor de hace unos 100.000  años. Pero, en cualquier caso, fue un efecto de bajo impacto, especialmente por la distancia que nos separa de él. Es indudable que otros sistemas cercanos pudieron ser barridos por la radiación interestelar (fotones y partículas de muy alta energía) que dañarían las moléculas que forman los posibles organismos. De cualquier modo parece que a 25.000 años luz nos encontramos a salvo.

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La tormenta “solar perfecta”

septiembre 12th, 2012

Los apocalípticos, las sectas y los cortos de entendederas nos amenazan con el fin del mundo el 21 de diciembre de 2012. Unos, los davidianos, construyen refugios cerca del Delta del Ebre, otros se agrupan en Bugarach (Francia), donde está la montaña que inspiró la película Encuentros en la tercera fase. Ni unos, ni otros tienen la más mínima credibilidad científica.

Es cierto que se acaba, en diciembre de 2012, uno de los calendarios mayas, pero aún hay otros calendarios mayas que siguen. Y lo que se acaba es un ciclo, no el mundo. Hay calendarios chinos tan antiguos como los mayas que continúan. ¿Quiere decir esto que el mundo se acaba para los mayas y se salvan los chinos? Esto de los calendarios es una auténtica especulación literaria.
Dicen los apocalípticos que un asteroide chocará contra la Tierra y ese será el fin. ¿Qué asteroide? Que yo sepa, y que sepa NEO (Near Earth Objects), no hay ningún objeto peligroso que pueda impactar con nosotros en esas fechas. Sólo un asteroide (2012DA14) de 50 metros de diámetro se moverá cerca de nosotros en febrero del 2013. Su impacto, en caso de encuentro, no superaría lo sucedido en Tunguska. ¿Otros objetos? Claro que hay otros asteroides peligrosos pero no tenemos que preocuparnos de su posible aproximación hasta 2023 y 2032.

Un impacto de un asteroide lo podemos tener en cualquier momento, hoy, esta noche, mañana. Igual que una estrella nova puede explotar, en cualquier momento, cerca de nosotros y acabar con la vida en la Tierra. El peligro más grande es nuestro propio Sol.
Estamos atravesando uno de los ciclos solares más importantes de los últimos siglos. A finales del 2012 y a principios de 2013 estaremos en el ecuador de este ciclo. El peligro de una catástrofe global es evidente, pero no parece que importe mucho a nuestros políticos, entre los cuales hay algunos que ni si quiera saben lo que es el ciclo un-decenal solar. Algunos países han tomado medidas en sus líneas de distribución eléctrica para evitar apagones como los de 1859 o 1989, este último afectó a más de 6 millones de personas en la zona de Quebec.
Las explosiones solares, estallidos clase X, producen eyección de masa coronaria solar, si estas eyecciones se producen orientadas hacia la Tierra, pueden interrumpir todas las comunicaciones, crear apagones eléctricos, destruir satélites artificiales y emitir radiaciones letales para la vida biológica en la Tierra.

Bien es cierto que no podemos hacer casi nada contra estas circunstancias. Atravesamos un periodo de incertidumbre en el que dependemos del astro que nos da vida y que también puede quitárnosla. Sólo han alertado sobre este hecho algunos científicos. Los políticos lo han omitido, las religiones también. Parece como si hubiera cosas más importantes que nuestra supervivencia en este planeta. Y no se trata de alarmar a la gente, pero mientras no tengamos una verdadera escala de valores, en que ciertos sucesos sean lo más importante, no alcanzaremos la madurez necesaria para considerarnos una civilización cósmica. ¿Acaso la economía mundial o la geopolítica o las elecciones políticas en ciertos países, son hechos más importantes que nuestra salud y supervivencia? ¿No tendrá efectos catastróficos en nuestras economías una fulguración solar que neutralice nuestras redes eléctricas? ¿Se han considerado los efectos que esas interrupciones en varias redes y centrales eléctricas pueden tener en las centrales nucleares? Parece como si no hayamos aprendido nada de Fukusima o Chernobil. La metáfora del Cisne Negro, de Nassim Nicholas Taleb, sigue planeando sobre nosotros. Esta metáfora se refiere a los sucesos altamente improbables pero cuyas repercusiones son enormes. Es decir, hechos excepcionales que jamás se hayan producido en la historia reciente, que resultan difíciles de pronosticar e incluso que son descartados por las estadísticas. Una eyección solar letal no se ha producido en la historia reciente, desconocemos si alguna de las cinco extinciones que ha sufrido nuestro planeta ha tenido como detonante un hecho de este tipo.

La tormenta “solar perfecta” no es improbable, estadísticamente es incalculable, puede y no puede acaecer, entraña dificultad en pronosticar debido a los escasos datos estadísticos que poseemos sobre los ciclos solares.
Pero no se descarta, no es improbable y sus repercusiones pueden ser enormes.

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