Por qué estoy a favor de Obama

noviembre 7th, 2012

Ha ganado Obama, creo que es más sensato en política exterior, más solidario en política social y sobre todo mantiene una Casa Blanca dentro de la laicidad, y esto es crucial. No quiero ni imaginarme a Mitt Romney en el poder rodeado por sus amigos del Tea Party – ultraconservadores, antievolucionistas, fundamentalistas, antigay, fanáticos del principio antrópico, en contra de la investigación con células madre, etc. –, y siguiendo, a la vez, los dictados de los mormones que Joseph Smith canalizó a través de un ángel que le hablaba y se llamaba Morani. Ya estuvimos al punto del caos con Bush Jr., evangélico renacido y sus ideas mesiánicas que nos llevaron a dos guerras apoyadas por una camarilla de asesores que sólo les interesaba los beneficios de las contiendas. No puedo dejar de recordad, con vergüenza ajena, a Bush en sus discursos bélicos citando a Dios como referencia de sus decisiones. Hubiera sido mejor que hubiera seguido bebiendo que no convertirse en renacido abstemio y evangélico.

Cuando las religiones empiezan inmiscuyéndose en política y libertades terminan autorizando que un criminal de guerra desfile bajo palio y que las monedas lleven inscripciones que lo hacen bendito por la gracia de Dios. Si existe Dios estará escandalizado.

Siempre que las religiones han estado junto al poder se ha producido un retroceso social importante, hoy tenemos los ejemplos de las teocracias musulmanas que han sumido a sus países en feudos de la Edad Media pero con misiles y armas contemporáneas.

Las religiones no perdonan nunca el progresismo porque saben que en la oscuridad se manipula mejor a las personas y a los pueblos.

Las religiones se vuelven agresivas y reclaman, no solo una presencia en el espacio publico, sino también un derecho al veto (anticonceptivos, matrimonio gay, células madres, etc.); quieren intervenir en la vida privada y tener un peso político, quieren que los estados sean confesionales, y manipular como en los tiempos del cardenal Richelieu.

Miedo me dan las teocracias. Ya se que este artículo es una crítica a las religiones pero si no podemos criticar a las religiones las democracias se hunden.

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Sobre un Jesús casado

octubre 3rd, 2012

No acostumbro a escribir sobre religión porque, como destaca mi editor, siempre que lo hago se me calienta la boca, como diría el inolvidable Rubianes. Procuraré que no se me caliente.

Se descubre un papiro en copto del siglo IV, copia de un texto del siglo II, en el que se menciona a un Jesús casado. Textualmente un fragmento del texto destaca: “Y Jesús les dijo: mi mujer. Ella puede ser mi discípula también”. Parece que este texto sorprende cuando en el Nuevo Testamento y en el Evangelio de Felipe ya se recoge esta posibilidad. Ocurre que, seamos sinceros, hay dos libros que todo el mundo tiene en casa y que casi nadie se los ha leído: la Biblia y el Quijote.

Si abrimos la Biblia por 1-Corintios. 9:5, leemos que uno de los apóstoles pregunta: “¿No tenemos derecho a traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefeas?”. No queda muy claro este cambalache o truque de “una hermana por mujer”, pero sigamos. En el Evangelio de Felipe, textos de Nag Hammadi, Felipe explica: “…tres mujeres caminaban con el Señor, María, la hermana de ésta; y María Magdalena que es denominada su compañera”. En otro fragmento Felipe destaca refiriéndose a María Magdalena: “Jesús la amaba más que a todas sus discípulas, y la besaba frecuentemente en la boca”. En este texto los discípulos de Jesús le reprochan que “la ame más que a todos ellos”, y Jesús les aclara que “a ella la ama más que todos juntos”.

Es evidente que Jesús tenía una compañera, casada o no con él, era su compañera, ya que no está claro cuando apareció la institución del matrimonio que en aquellos tiempos era una “alianza”. En el Diccionario de la Biblia de H. Haag Se encuentra el concepto de “pacto” o “alianza”, no matrimonio. Y el concepto de esposa se entiende como “compañera”, “mujer” e incluso “hermana”.

En el Nuevo Testamento la mujer, aunque secundaria por machismos como el de Pedro, tuvo un papel importante que ha sido posiblemente oscurecido en las múltiples traducciones e incluso censurado. Debo recordar fue el obispo de Alejandría, Anastasio, quién en el año 367 d. C. decide que textos o Evangelios incluir en el Nuevo Testamento. Sus criterios fueron infantiles y confusos, y eso es lo que ha prevalecido con cuatro Evangelios contradictorios que sólo producen confusión.

En el Evangelio de Tomás, uno de los mejores y más profundos Evangelios agnósticos, se insinúa la relación de Jesús con otras mujeres, ya que Salomé le recuerda a Jesús: “Has subido a mi cama y has comido en mi mesa”.

En resumen, la pregunta que todos nos formulamos, es si Jesús existió o no existió. Toda queda en una cuestión de fe de cada uno sobre un personaje histórico, que no dejó nada escrito de su puño y letra, que no sabemos que aspecto tenía, dónde pasó la mayor parte de su vida, que idiomas hablaba, si tenía o no tenía hermanos, si dejó o no dejó descendencia, y si existe o no una tumba con sus restos y los de su familia como investigó el cineasta James Cameron.

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