Meteor

abril 3rd, 2014

Uno de los peligros más grandes a los que está expuesto nuestro planeta es el impacto de un asteroide. También estamos expuestos a una llamarada solar o la erupción de un mega-volcán.

De estas catástrofes sólo podemos prever y neutralizar la de un asteroide asesino. Su peligro se clasifica en la denominada escala de Turín que está graduada de 0 al 10. El 0 representa que el riesgo de colisión del objeto es nulo; del 1 al 4, el riesgo es ínfimo, por lo menos en decenas de años; del 5 al 7 representa un riesgo serio; y de 8 a 10 representan que hay grandes probabilidades que el objeto impacte con la Tierra. El 10 corresponde a un impacto que representaría la extinción de la vida sobre la Tierra.

La gravedad del impacto de un asteroide con nuestro planeta depende del tamaño del cuerpo y el lugar del impacto. Un cuerpo de unos 10 kilómetros de diámetro que cayese en el mar produciría un tsunami de 5 kilómetros de altura que se desplazaría a 1000 kilómetros por hora. Si el impacto se produjese en tierra firme se levantaría nubes de polvo que bloquearían la luz del Sol. Toda nuestra agricultura sucumbiría, al margen de los terremotos y erupciones volcánicas que el impacto provocaría.

El telescopio Gaia está destinado a controlar todos estos objetos que se aproximan demasiado a la Tierra y representan algún riesgo. Gaia es capaz de identificar objetos de pequeño tamaño con un año de antelación.  Entre estos objetos peligrosos está Apophis, de 400 metros de diámetro, que su aproximación a la Tierra el 13 de abril de 2029, representa un riesgo de nivel 4, ya que pasará  a 36.000 kilómetros de nosotros.

El último susto que tuvimos se produjo cuando un grupo de meteoritos cayo cerca de Tchéliabinsk en Rusia, posiblemente restos de un objeto de 17 metros de diámetro que se desintegró al entrar en la atmósfera, y que era compañero de un asteroide que paso a 30.000 kilómetros de la Tierra y medía 30 metros de diámetro. El incidente representó más de mil personas hospitalizadas por heridas causadas por la rotura de cristales.

A pesar de que la Tierra tiene como coraza Júpiter, que debido a su gran masa atrae a todos los potenciales cuerpos peligrosos, la NASA está estudiando diversos métodos para desviar un asteroide que fuese potencialmente peligroso. Por lo que podríamos evitar un terrible impacto y el peligro de extinción de nuestra especie en la Tierra.

Lamentablemente no podemos hacer nada ante la eventual erupción de un volcán como el de Yellowstone, cuyos efectos serían devastadores en todo el planeta. Tampoco podemos defendernos ante una explosión solar con una fuerte llamarada, ni antes la explosión de una estrella, una nova, cercana a la Tierra. Vivimos por azar y capricho de las manifestaciones apocalípticas del Cosmos.

Ya tenemos otro Grial

marzo 31st, 2014

Empiezan a haber tantos Santos Griales como astillas de la cruz, clavos de la crucifixión o brazos de santa Teresa. Las reliquias siempre se han multiplicado. Pero el Grial tiene gancho ya que se popularizo en la saga del Rey Arturo y se escenificó cinematográficamente con Indiana Jones.

Ahora dicen unos investigadores que han encontrado en la basílica de san Isidro de León, la copa de la última cena de Jesús, el Santo Grial. Está manufacturado en cerámica de Qumram utilizada en Palestina, por lo que no se puede realizar la prueba del carbono-14 sin destruirlo.

Dicen que este nuevo y “auténtico” Grial salió del Santo Sepulcro en el año 400 y, después de pasar por las manos de varios califas, uno de ellos se lo entregó a Fernando I en 1054, y de ahí a la custodia de doña Urraca que adorno con joyas.

Hablamos de la copa que Jesús utiliza en la Última Cena, ya que la versión de un José de Arimatea recogiendo la sangre de Jesús en la cruz con este cáliz no aparece en el Nuevo Testamento, y sólo forma parte de la fantasía literaria posterior.

Por ahora todas las copas encontradas son de materiales lujosos para aquella época, cuando los cristianos más humildes siempre pensaron que sería de madera, como corresponde a un carpintero.

Umberto Eco en su novela Baudolino, en una conversación genial entre un rey y un aventurero que quiere ir a buscar el santo Grial, el primero le dice al segundo: “… Nuestro Señor era hijo de un carpintero y estaba con unos muertos de hambre peor que él; durante toda su vida llevó un único vestido que no tenía costuras para que no se le estropease antes de cumplir los treinta y tres, y tú me sales con que se iba de jarana con un cáliz de oro y pispazúlilis. Ya era mucho si tenía una escudilla como esta, que se la había tallado su padre de una raíz…”.

En la actualidad existen varias copas que pretenden ser los verdaderos griales. Una historia apócrifa describe un Grial que fue ocultado en la cueva de San Juan de la Peña en el año 713 por un obispo llamado Auduberto. En el siglo XII, ante la amenaza de los musulmanes, fue llevado a los Pirineos y entregado a los cataros. Tras la destrucción de los cataros la copa regresó nuevamente a España y se ocultó en una cueva bajo la protección de Martín el Humano, rey de Aragón. Una historia más real relata que este Grial fue confiado por el Papa Sixto II, en el siglo III, a su diácono Lorenzo, que a su vez lo envió a Huesca. Cuando los musulmanes invadieron España, el obispo Auduberto lo ocultó en el monasterio de San Juan de la Peña. Está probado que en 1.134 los monjes poseían un cáliz de piedra. Este cáliz pasó en 1.399 a Martín el Humano, que lo depositó en la Aljecería de Zaragoza y durante el reinado de Alfonso el Magnánimo fue a parar a la catedral de Valencia que es donde hoy se encuentra.

Otro de ellos es el que los cruzados trajeron, un Sacro Cantino, una fuente de vidrio verde de unos 40 centímetros de diámetro que fue encontrada durante el saqueo de Cesarea, en el año 1101, y se transportó a Génova, donde hoy está en su catedral. Otro Santo Grial es el cáliz de O Cebreiro (Camino de Santiago) en la iglesia de Santa María, famoso por el milagro eucarístico que hizo que el pan y el vino se transformara en carne de cristo. Existe un Grial británico que es una bandeja de cristal de piedra hallada en Glastonbury.

En 1.995 Graham Phillips publicó un libro que revelaba dónde se encontraba el Santo Grial. El autor parece encontrar la pista de este cáliz en una familia del siglo XIII, ya que el historiador Thomas Wright habría escondido la copa, en el siglo XIX en una cámara secreta ubicada en la base de una estatua de un águila de piedra ubicada en una cueva artificial en Hawkstone Park, a 24 kilómetros del castillo de Whittington, y dejó un código secreto que indicaba el lugar. Walter Langham, nieto de la familia, descifró el código y recuperó el cáliz que se hallaba en la base de estatua. En aquellos tiempos, 1.934, el descubrimiento de “una copa” sólo fue publicado en una guía de rutas llamada Shropshire Rambles, sin darle la mayor trascendencia. Graham Phillips, el autor del libro, contacto con la bisnieta de Langham, Victoria Palmer, quién le confirmo el hallazgo de su bisabuelo. Es más, había heredado la copa y la conservaba, aunque desconocía que pudiera ser el Grial. Esta copa no mide más de seis centímetros y está elaborada en ónice verde, y según los arqueólogos es posible que date de la época romana. Pero, lamentablemente nada prueba que sea la copa que se utilizó en la Última Cena.

Podría extenderme en una larga lista de Griales e historias que pasan de los druidas a las sagas nórdicas sin olvidar los sufíes. La historia del Grial es una leyenda de una reliquia más como las miles que hay en el mundo.

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Azar y probabilidades

febrero 26th, 2014

Dialogaba el otro día con un amigo sobre si todo lo que nos acontecía era consecuencia del azar o las probabilidades. Personalmente defendía que era consecuencia de las probabilidades, el lugar y el tiempo.

Le ponía un ejemplo sencillo a mi interlocutor que defendía el azaroso contexto de que es cuestión de suerte que te atraquen o no te atraquen. Le esgrimía que las probabilidades que le atracasen aumentaban dependiendo del lugar en que estuviese: una ciudad peligrosa con un alto índice de atracos y un barrio conflictivo. Le explicaba que el factor tiempo también aumentaba la probabilidad, la hora del día y la cantidad de horas que transcurras en el lugar peligroso.

Para los físicos cuánticos su mundo no obedece ninguna ley y está regido por las probabilidades. Otros científicos creen que todo está reglado con una precisión correcta. Los hay que creen que la naturaleza está gobernada por lo caótico y lo aleatorio.

Jean Guitton destaca: “Lo que llamamos azar no es más que nuestra incapacidad de comprender las reglas superiores”. Albert Einstein estaba en contra del azar, todo estaba precisado, todo estaba determinado por las fuerzas que lo controlan todo. Concluía diciendo: “Dios no juega a los dados con el Universo”.

¿Esta nuestra vida determinada por un misterioso código matemático? En ese caso viviríamos en una realidad criptica y de naturaleza digital.

A escala cuántica es imposible determinar al mismo tiempo la posición de una partícula y su velocidad. Tampoco se puede predecir cuándo se va a desintegrar. El teorema de la incompletividad, imaginado por Kurt Gödel, produce una brecha. Gödel afirma que todo sistema lógico es inductivamente incompleto. Por tanto nuestro conocimiento de la naturaleza es incompleto. Hay muchas variables ocultas a las que somos inaccesibles.

Diremos, respecto al azar que nuestra existencia es puro azar. Sobrevivimos por azar, por no haber estado en un lugar inoportuno en el momento inadecuado. Por ejemplo un cruce de carreteras, cuando un camión se saltaba un stop. Unos segundos antes hubiéramos sido arrasados, unos segundos más tarde vemos pasar el camión, ya que, posiblemente, esos segundos de diferencias los hemos perdido buscando las llaves del coche antes de ponerlo en marcha.

Nuestra existencia en este planeta se debe a que un asteroide impacto con la Tierra, hace 63 millones de años, y extinguió a los reptiles que dominaban el mundo, permitiendo que los mamíferos evolucionasen hasta alcanzar la especie homo. Azar y probabilidad.

Cada uno de nosotros existe porque compitió con 400 millones de espermatozoides y ganó una mortal carrera que le permitió llegar al ovulo y sobrevivir. Somos consecuencia de probabilidades, una entre 400 millones, más difícil que acertar la lotería “Primitiva”. Si otro espermatozoide hubiera pasado por encima del que lo representaba a usted, y hubiera penetrado en el óvulo, su espermatozoide habría fallecido junto a los otros, y ahora habría otra persona, en vez de usted, la que estaría leyendo estas páginas o las habría dejado porqué le hacían pensar demasiado. Pero las probabilidades y el azar siguieron marcando nuestra existencia a través de las cadenas de ADN que nos han transmitido una herencia que nos permite ser seres normales, aunque no ha todos lamentablemente, ya que el azar ha sido el que ha elegido aquella información genética equivocada que ha hecho que algunos nazcan víctimas de taras irreparables o tengan marcada una fecha límite de vida.

El azar es inexorable, no hay una fórmula matemática que determine que un delincuente va a disparar contra usted cuando salga por la mañana del portal de su casa. Hay fórmulas matemáticas que determinan cuantos delitos de este tipo se cometen al año en su ciudad, incluso que probabilidad tiene que eso le ocurra a usted. Pero no hay una fórmula matemática que determine que eso le va a suceder a usted.

La salud misma depende de la calidad de los alimentos que comamos y la calidad de vida sin contaminantes. Pero queda el azar de que toquemos el pasamanos del metro y luego nuestros labios y contraigamos una gripe. El contagio forma parte de las probabilidades y del azar.

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Cómo escribir un libro de divulgación

octubre 30th, 2013

Escribir libros de divulgación científica no es una labor sencilla, requiere muchos conocimientos y cierta creatividad. Ante todo hay que considerar que el libro va dirigido a un público que, por general es culto, pero a veces no en la especialidad que se está divulgando. El lector puede saber mucho de música, historia, filosofía, literatura, etc., incluso estar doctorado en una de estas materias. Sin embargo, sus conocimientos sobre el tema que se presenta – neurociencia, astronomía, mecánica cuántica, etc., -, ser menos especializados.

Estos argumentos generales llevan a la necesidad de presentar los libros de divulgación científica bajo un formato de contenido que pueda ser comprendido por todos.

Este requisito obliga a “bajar el listón”, expresión que no quiere decir que hay que infantilizar el contenido, sino mantener su contenido haciéndolo comprensible.

Para ello será necesario rebajar el vocabulario técnico, usando otros términos más comprensibles que no tergiversen lo citado. En cualquier caso se puede recurrir a explicar, con una llamada o paréntesis, las palabras técnicas y nombres que creamos que entrañan dificultad.

Cuando la complejidad alcanza a toda un contexto, lo mejor es poner un ejemplo o utilizar otra forma de explicarlo. Si utilizamos estos métodos debemos procurar que los ejemplos sean amenos y, si es posible, ocurrentes. Esta es una forma de hacer comprender, de una manera más grata los aspectos duros de la ciencia. A veces es comportarse como el profesor de física o química que imparte la asignatura convirtiendo los experimentos en juegos. En ocasiones es conveniente, al escribir, detenerse y reflexionar sobre que interrogantes puede plantearse el lector. Describir estos interrogantes ayuda a entender los contenidos.

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Algo sobre las personas tóxicas

octubre 3rd, 2013

Me solicitan que explique que entiendo por personas tóxicas o lugares tóxicos. Inicialmente destacaré que este término es una expresión empleada, muy acertadamente, por Marta.

Entiendo por personas tóxicas aquellas que no te aportan nada de interés y que además son negativas. Personas que te vienen hablar de trivialidades, chismes y, sobre todo, enfermedades. Esas personas que ven la situación actual sin salida, un mundo en el que todo va mal. Gente que te insiste en que “antes vivíamos mejor”, contrariamente a lo que defiende Eduard Punset de que cualquier tiempo pasado fue peor. Y fue peor porque éramos más ignorantes, teníamos menos conocimientos de lo que somos y dónde estamos, la medicina estaba más atrasada y se sufría más, porque había menos esperanzas que ahora en un futuro mejor.

Las personas tóxicas son aquellas que se victimizan, siendo uno rasgo de la victimización el atribuir a los demás la culpa de los propios problemas. Gente que no se ha enterado que nosotros somos responsables de nuestro futuro, y que todo lo que nos sucede es, en su mayor parte, causa de nuestro comportamiento y las decisiones que hemos tomado.

Las personas tóxicas  carecen de inquietudes filosóficas, científicas o artísticas, más bien les produce miedo entrar en ellas y prefieren limitarse a su mundo profano.

Uno puede tener problemas a causa de la época de crisis en que vivimos, pero no debe dejar de luchar por tener una buena calidad de vida que sólo pasa por una actitud positiva y unas buenas interacciones sociales.

Una persona tóxica no vive el presente. Su mente está continuamente divagando sobre hechos del pasado e imaginando futuros que no podrá realizar, hecho que aún le producirá mayores frustraciones. Hay que vivir el aquí y el ahora que es lo único que existe, el presente debe sorprendernos en cada instante. Si el presente no nos sorprende en cada instante es que estamos sumidos en la rutina y en el mundo “vegetativo”. Existen miles de cosas por saber, conocer y aprender, todas ellas capaces de enriquecer nuestro cerebro.

Los seres tóxicos son infelices, están confundidos y no se dan cuenta de ese estado. Son tóxicos porque pretenden contagiarnos sus angustias, temores y vidas terriblemente soporíferas.

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