¡Qué se casen los curas!

mayo 21st, 2014

Las amantes de los sacerdotes, en una carta escrita al Papa, le solicitan que derogue el celibato. Una lastra terrible que se mantiene desde el Concilio de Trento (1545-1563), donde la mujer quedó condenada por ser la causante de ese infantil relato de la serpiente y la manzana. Estoy a favor de que se casen los curas, ya se arrepentirán.

Pedro ya estaba casado, sino Marcos en el NT no hablaría de la salud de su suegra, incluso existe un manuscrito gnóstico que se titula “La hija de Pedro”. Lucas en (Lucas 8,13) destaca que “algunas mujeres acompañaban a los doce”, y en la Carta de los Corintios se señala el derecho de los apóstoles a llevar en sus viajes misionales a sus mujeres. Es muy posible que algunas de estas mujeres fueran apóstoles, ya que Pablo saluda a una mujer apóstol llamada Junias (Romanos 16.7), o mujeres profetas (Hechos 2.7).

Por otra parte vemos que las reuniones clandestinas se hacían siempre en casas de mujeres: Ninfa (Colosenses 4.15); Cloé (Corintios 1,11); Lidia (Hechos 15, 14.15.40).

Muy pocos teólogos dudan que María Magdalena no fuera la esposa de Jesús o su amante, como las amantes de los curas que firman la carta al papa Francisco. En la vida sexual de Jesús podemos leer episodios en los que todo hace sospechar que ha tenido relaciones sexuales con otras mujeres. Así en el Evangelio de Tomás, el mejor de todos los Evangelios gnósticos, una mujer llamada Salomé le dice a Jesús: “¿Quién eres tú, hombre, y de quién procedes? Has subido a mi cama y has comido en mi mesa. Yo soy tu discípula”. Me imagino que no subiría a su cama para brincar como un niño y juguetear con las almohadas.

Está claro que Jesús tenía como compañera sentimental a María Magdalena o María Magdala apellido que en hebreo significa “exaltar”. Su relación con ella suscita que los apóstoles le reprochen que la bese en la boca, en el Evangelio de Felipe leemos: “Él la amaba más que a todos sus discípulos, y la besaba frecuentemente en la boca”.

Pedro, padre de la Iglesia, es la representación del machismo, algo así como el Cañete de hoy. De la mujer de Pedro no sabemos nada, ya que es omitida por él y por los discípulos, sólo sabemos la dramática historia de su hija y el trato tan cruel que tiene con ella. María Magdalena es concreta cuando acusa a Pedro de odiar al género femenino. Se evidencia, por otra parte, que la presión que Pedro ejerce sobre María Magdalena es terrible, ya que la hace titubear. La realidad es que Pedro no puede admitir que ella sea superior a él, pero tiene que aguantar porque Jesús se lo ordena.

Podría llenar las páginas de episodios como los citados, un día hablaré de la homosexualidad en la Biblia, que también tiene tela. Ocurre que la gente tiene en casa la Biblia y, como el Quijote, son libros que nunca se han leído.

El papa haría bien en derogar el celibato, así se desfogaran los curas con sus mujeres y dejaran de perseguir a las de los otros. También aprenderán lo que es tener suegra, suegro y cuñados y compartir la fiesta de paz Navidad con toda esa corte. Y se acostumbrará a escuchar cada día, cuando salen de casa, a su mujer decir aquellos de: ¿A qué hora vendrás cariño?

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