Remémorer

diciembre 29th, 2017

Remémorer

Voy a terminar el año con este Post nostálgico y egocéntrico que ya salió en uno de mis más de sesenta libros. Permítaseme este “remémorer”. Y un consejo para los que quieran investigar en cualquier campo: Hay que salir, hay que explorar, hay que arriesgarse.

 

En busca de respuestas he leído varias versiones de la Biblia, el Corán y el Torah entre otros libros sagrado. He leído los Manuscritos del Mar Muerto y los  de Nag Hammadi, me he entusiasmado y sorprendido con los Upanisad de la India; en mi continua búsqueda he leído el Dhammapada de Buda, el Avesta del zoroastrismo, el Tao de Confucio, y otros textos más, así como los principales filósofos. Solo la ciencia me ha dado respuestas momentáneas.

He buscado respuestas caminando por el laberinto de la catedral de Chartreuse, entre peregrinos creyentes que hacían lo mismo de rodillas; he visitado la misteriosa capilla de Rosslyn; he estado en la iglesia de Rennes-le-Château, franqueada por la imagen del demonio Asmodeo y la inquietante inscripción Terribilis est locus iste (Este es un lugar terrible); he ascendido a todos los castillos cátaros testimonio de injustas matanzas; he navegado por las cuevas sumergidas más profundas de Europa; he sentido estremecimientos visitando el campo de concentración de Dachau y el Coliseo romano. Me han encerrado de un habitación oscura y me han hecho escribir mi testamento a la luz de una vela situada sobre el cráneo de una calavera; he recorrido mezquitas entre cientos de musulmanes que oraban; he meditado en tekias sufíes después de haber danzado como los derviches; he excavado en profundas cuevas y monasterios perdidos; he meditado en dólmenes cargados de energía y pasado una noche en la tumba de Tin Hinam en Tassili, princesa de los Touareg; he descendido a sepulcros con cientos de esqueletos que me miraban con reproche por perturbar su silencio; he caminado por suelos radiactivos de Argelia a causa de los ensayos nucleares para poder ver “oasis” de árboles fosilizados; he buceado en el mar admirando su belleza y sus seres diferentes; he deambulado por peligrosas y pegajosas selvas y tomado la ayahuasca que me ha llevado a un estado modificado de consciencia. He tenido en mis manos una grandiosa boa y he sufrido el picotazo de un escorpión. He sentido en mi cuerpo la metralla de una explosión y el sabor inconfundible de la sangre; me han apaleado y encerrado en una celda que tenía las apariencias de mazmorra. He estado en bibliotecas privadas fascinantes y plenas de conocimientos; he realizado una visita privilegiada por la entrañas del Vaticano; he pilotado avionetas compitiendo con las grandes aves viajeras; he subido al Vesubio entre “fumatas” y temblores de tierra; he visto los cuerpos cryogenizados de personas en un cryptorium esperando que algún día los regresen a la vida. He estado con robots más humanos que los humanos. He visto cosas extrañas en el cielo y fenómenos inexplicables en la tierra. He comprendido observando con grandes telescopios nuestra pequeñez en el universo. Y como dice el replicante Nexus-6 en el final de Blade Runner: “… todo esos momentos se perderán… como lágrimas en la lluvia”.

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