El Vaticano ha tenido su juicio sobre lo que se conoce como “Vaticanleaks”. Como ya sabemos el mayordomo del Papa, filtró documentos confidenciales que sustraía de la correspondencia papal. Con ello comete un delito de confianza al ser el custodio de documentos privados que tendría que haber protegido. Pero la actitud de Paolo Gabriele, mayordomo del Papa, merece una reflexión más profunda.
Se trata de una situación parecida a la de Julian Assange, creador de la organización WikiLeads, que filtró documentos que desvelaban comportamientos no éticos ni ortodoxos por parte del Gobierno de Estados Unidos y otros aliados suyos, comportamientos que afectaban a ciudadanos de los países implicados. O la de Hervé Falciani, informático que destapó los evasores fiscales en Suiza, y al que se le acusa de vulneración de secreto bancario.
La disyuntiva radica en el hecho moral si debemos filtrar documentos confidenciales cuando estos atenta contra la seguridad de los ciudadanos. Si tenemos acceso a documentación, confidencial, en la que observamos un comportamiento que pone en riesgo la salud, la economía, o la seguridad de la población ¿Debemos filtra esta documentación aun sabiendo que cometemos un delito por su divulgación? Se trata de un principio ético y moral, también una traición con respecto a aquellos que nos han otorgado su confianza con la custodia y control de esos documentos.
Para Paolo Gabriele lo que hizo es lícito, como el mismo asegura, ya que la documentación privada del Papa rebelaba las terribles luchas internas del Vaticano, “el mal y la corrupción” dentro de una de las instituciones que tendría que dar ejemplo de moral y ética. Gabriele no se benefició económicamente, solo actuó según su consciencia ante lo que veía como corrupto. Como el mismo destaca pretendía hacer “limpieza” de los que manipulaban a Joseph Ratzinger.
¿Es una traición desvelar la corrupción, la inmoralidad, la guerra sucia? Traicionamos para ser leales. Los peores crímenes de la humanidad se han cometido cuando alguien ha ocultado la verdad. Los traidores son relativos, quién no ha traicionado a alguien o algo con el fin de revelar y denunciar la historia oscura que le rodeaba. En cualquier lugar no hay un solo hombre o mujer que no parezca un traidor en cuando se empieza a hurgar en su biografía. Siempre ha habido traidores, o agentes dobles, Jesús sólo tenía doce seguidores y uno resultó ser un agente doble.