Europa: Tenemos un problema

marzo 22nd, 2016

La detención de Salah Abdeslam y el doble atentado de Bruselas, nos causan dos serios problemas en la lucha contra el terrorismo, ya que se han producido dos hechos que precisan un rápido análisis para desarrollar nuevas estrategias. Este tranquilo el lector que no voy a desvelar nada que una reflexión no nos lleve a plantear. Empezaremos por Salah Abdeslam, «el terrorista que no quiso morir por el Islam».

Con Abdeslam nos enfrentamos o a «une bonne vivant» o al más hábil de todos los terroristas que hemos conocido. Un lagarto que ha cambiado su piel o un buen lobo con piel de cordero. Abdeslam ha logrado, desde el atentado que cometió en París el 13 de noviembre del 2015, sortear la persecución  policial y atravesar la frontera hasta el barrio más vigilado, barrido e inseguro para un terrorista, como Molenbeek. ¿Cómo? Pues bien, con un perfil que rompe todos los esquemas del arquetipo barbudo que iba a rezar cada día a la mezquita y llevaba una vida puritana. Abdeslam tenía su pandilla de amigos con los que salía a divertirse, beber y fumar, y si se tercia comer toda clase de carnes. Vestido a la moda occidental con ropa de marcas y con su coche de pijo era dueño de un café en el que la hierba que más se vendía no era el té verde, sino la marihuana. Siempre con euros en el bolsillo y conquistador de jovencitas, peinado a la moda y engominado.  ¿Mezquita? Pues al parecer no era ni religioso. Detrás de esta imagen, a mi criterio verdadera, estaba el hombre frío y calculador, el terrorista que no menciona sus planes, sus odios, sus aventuras emocionantes a nadie a excepción de su novia y un amigo….y lo hace con lágrimas de emoción después de haber masacrado a tanta gente. ¿Es un hábil terrorista que supo dar una imagen completamente distinta como el agente doble infiltrado? ¿O los placeres de Occidente se convirtieron en un imán que lo cautivo? La realidad es que si hubiera sido fiel al yihadismo se habría suicidado, pero nunca pensó en eso, hasta se quitó el cinturón de explosivos que llevaba en su huida, ¿Para evitar la «tonta» tentación de usarlo si lo cogían? Abdeslam no se inmola, y en su rendición en Molenbeek, cuando se ve rodeado y herido en una rodilla grita:»Je suis Salah Abdeslam»… sabe que vivo vale más que muerto para la policía que los interrogará. Nunca tuvo intención de inmolarse, como nunca tuvo fe en el Islam.

Europa tenemos un problema. Si los nuevos terroristas son como Salah Abdeslam va ser mucho más difícil identificarlos, pues el perfil ya no es radicalizado, ni hay fe, ni barba….sus perfil es como el de millones de islamistas que hay en Europa.

Y muy brevemente el segundo problema. Tras lo sucedido en Bruselas, todo tiende a deducir que los atentados en Europa cada vez serán más grandes, con mayor número de muertos y más destructivos. Esto también nos induce a un cambio de estrategia. Entre otras cosas el acceso a los aeropuertos y servicios públicos va a ser mucho más controlado. Vamos a tener que sacrificar parte de nuestras libertades y, también, vamos a ver como los partidos populistas de la derecha europea crecen.

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