Diez mandamientos para el cerebro

enero 25th, 2013

He recogido de varias revistas de información científica fórmulas para aumentar nuestra calidad de vida y vivir más. Casi todas se centran en la atención a nuestro cerebro. He aquí diez consejos para alargar nuestra vida y tener un cerebro en forma:

  1. No fumar ni beber en exceso. Ambas actividades perjudican nuestras neuronas cerebrales.
  2. En la alimentación evitar las grasas. Recordar que el cerebro precisa lípidos, vitaminas B6 y B12, aminoácidos, aceites vegetales, ácido alfalinolénico (de soja y nuez).
  3. Según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), los que estudian viven más tiempo y tienen sus facultades mentales más activas. Hay que seguir estudiando toda la vida.
  4. Practicar actividades como música, pintura, escritura son favorables al continuo desarrollo de la mente humana y su actividad creadora.
  5. Evitar las preocupaciones, tensiones y estrés, tener sentido del humor y relacionarse con gente de buen nivel intelectual, rehuir mediocridades.
  6. La meditación favorece la actividad del cerebro. Así como una respiración adecuada y controlada oxigena el cerebro. A poder ser  limpia de contaminación.
  7. Evitar antiinflamatorios, sedantes, somníferos, laxativos y diuréticos.
  8. Dominar las emociones, ya que desencadenan sustancias endógenas en el cerebro (endorfinas, endovalium, dopamina, etc.)
  9. Vigilar la hipertensión.
  10. Activar la imaginación, la creatividad y felicidad.

Si falla el cerebro, falla todo. Como decía José Luis Coll: “Lo importante es el cerebro, el resto de cuerpo son andamiajes para sostener la cabeza”.

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Cefalópodo a la gallega

noviembre 6th, 2012

Antes de escribir sobre los sentidos de los perros y los gatos, voy a hablar de un cefalópodo muy especial.

Se trata de un ser con un cerebro centralizado y otro cerebro altamente distribuido por el cuerpo, como si estuviera fundido en todos los órganos internos y externos del cuerpo. Un ser con unos brazos que tienen 50 millones de neuronas, tan sensibles que tienen quimiorreceptores que les permite probar lo que tocan. Es más, si por accidente pierde un brazo, este actúa como si estuviera vivo. Al margen de esta peculiaridad extraordinaria, este ser tiene ojos como los humanos, pero sus ojos perciben la gravedad y se mantienen alineados independientemente de la orientación que adopte el cuerpo. Además son ojos que polarizan la luz, por lo que pueden ver otros seres que utilizan la transparencia para camuflarse. Este ser tiene pico y saliva venenosa, sin embargo, es un ser manso y terriblemente curioso y habilidoso en los laberintos. Por otra parte su piel está repleta de pigmentos que le permiten escoger, entre una gran gama, el color que quiere, e incluso cambiar la textura de su piel imitando el entorno en que se encuentra, rocas, arena, etc. El lector, con estas últimas pistas ya sabrá que se trata de un pulpo. Con toda seguridad no le hemos dado la importancia que merece a este cefalópodo, al margen del interés gastronómico que nos pueda despertar. Pero es un octópodo con cierta inteligencia, por lo menos curiosidad. No hablamos de un pequeño habitante del mar, sino de un ser que llega a sobrepasar los tres metros en algunos casos. Su percepción del mundo es distinta a la nuestra y por tanto su “inteligencia” también. Algunos especialistas lo han comparado a los delfines y tal vez llegará un día que trataremos de respetar su pesca por considerarlos seres especiales dentro del reino animal.

Así que ya lo sabéis, cuando os estáis comiendo un sabroso pulpo a la gallega, estáis ingiriendo un ser inteligente. Se que bien cocinado está buenísimo, a mi también me encanta pero… no puedo dejar de pensar.

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Contra las “listas de tareas” o TODO

octubre 8th, 2012

Jeff Atwood, informático de California, publica en su blog (codinghorror) un excelente artículo contra las famosas “listas de cosas o tareas para hacer” de las que muchas personas son asiduos consumidores. Atwood defiende la espontaneidad y la intuición. Y explica que las listas de tareas no funcionaron para él. Ni funcionan para ninguna persona inteligente con mente abierta, ya que son conductistas.

Como Atwood estoy en contra de estas ridículas listas en las que se añaden puerilidades como “tener ilusión”, “culpabilidades por omisiones”, “objetivos a largo plazo”. Son como las lista que se hacen el 31 de diciembre con buenas intenciones para el año entrante (dejar de fumar, ser más amable, madrugar más, etc.) Estas listas nos transportan a un comportamiento robótico. Nos hacen vivir con una lista en el bolsillo, una variación del desmemoriado que va a la ferretería cantando: “…una libra de clavos y un formón…”.
Estas listas van contra de la espontaneidad, la creatividad, el desarrollo de la intuición. Recordemos que a lo largo de miles de años nuestra adaptabilidad nos ha permitido evolucionar, sin listas de cosas para hacer. Adaptándonos a las circunstancias cambiantes y utilizando, al principio el instinto y cada vez más la intuición.

Las planificaciones nos robotizan, soslayan la capacidad de nuestro cerebro, nos convierten en seres programados. ¿De que  sirve planificar en un mundo de novedades emergentes donde los acontecimientos se transforman cada segundo, y lo que hace décimas de segundo era prioritario, deja de serlo?

Las “listas de tareas” nos robotizan, nos convierten en espíritus encerrados en listados obligatorios contrarios a nuestros impulsos que viven, perciben y sienten otra realidad. Nuestro cerebro es intuitivo, selectivo y capaz de tomar decisiones en circunstancias que no han sido planificadas, una actividad cerebral que, por otra parte, ayuda a desarrollar conexiones mentales. Nuestro cerebro opera conforme a las influencias externas – acontecimientos, emociones, sucesos, información, etc. – y todos estos hechos cambian cada instante, convirtiendo las listas de tareas en papel mojado.

Lo importante es estar presente en el aquí y ahora, darnos cuenta de los cambios que se originan y escoger las mejores decisiones. Esto se consigue sin listas de tarea, prestando atención al flujo de los acontecimientos y, considerando que para cada suceso mental, existe un nuevo estado cerebral.

Jeff Atwood finaliza dando una serie de consejos para deshacerse de las listas de tareas… ¡Y termina los consejos dándose cuenta que está haciendo un lista!

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