Creencias, ingenuidades y otras sindromes

agosto 8th, 2014

Una gran parte de los seres humanos sigue creyendo en mitos, leyendas, profecías y oráculos. Prescindo de mencionar los fenómenos paranormales y las creencias religiosas, dos conceptos que merecen un tratamiento a parte.

Siempre hay un profeta de turno que anuncia el fin del mundo para una determinada fecha, y unos seguidores de este augurio que no han escarmentado con todos los fines del mundo que se han anunciado y que no se han cumplido nunca.

Estos profetas de calamidades apocalípticas acostumbran a obtener cierta rentabilidad de sus augurios tenebrosos. Luego, ante el fracaso evidente, permanecen un tiempo calladitos hasta que la gente olvide su desliz. Y lo increíble es que la gente olvida y se estremece por un nuevo pronóstico que tampoco se cumplirá. Debe ser que psicológicamente necesitamos una amenaza apocalíptica para satisfacer nuestra tarada inteligencia.

¿Cuántos fines del mundo hemos vivido? ¿Cuántas amenazas de calamidades nos han anunciado? ¿Cuántos asteroides se aproximaron a nosotros para acabar con la vida en la Tierra? ¿Cuántos objetos extraterrestres se acercan para traernos un mensaje “divino”?

Y a toda esta serie de bulos se añaden los “leyendas urbanas”: seres extraterrestres que conviven con nosotros, monstruos diluvianos que viven en las cloacas de las ciudades, historias que aseguran que el hombre jamás piso la Luna, bases nazis en el otro lado de la Luna, y un largo etcétera, etcétera.

¿O nuestra civilización es más inculta de lo que creemos o existe un síndrome que nos arraiga a creer en estas perogrulladas? Uno termina sospechando que heredamos un gen ingenuo, irracional y anti-culto que ingerimos en aquella manzana del “árbol de la sabiduría”, a no ser que Eva se equivocase de árbol y fuese una manzana con el gusano “de la estupidez”.

El nivel de cultura y educación no se puede medir con los baremos que estamos utilizando. Saber leer y escribir no excluye de ser analfabeto. Se puede saber leer y escribir y no comprender nada de lo que explica un periódico, un hecho que normalmente ya cuesta entender por otras razones que no vienen al caso. Los niveles de cultura se aprecian en esos programas basura de la televisión, donde sus protagonistas pueden estar horas hablando sin decir nada interesante y mostrar, unos grados tales de incultura que uno siente vergüenza ajena.

Con estos niveles no nos debe extrañar que los políticos manejen esa dialéctica de conclusiones y promesas que en la mayor parte de las veces nos llevan a exclamar aquellos de: “¿Pero es que nos toman por tontos?”. Pues no solo nos toman por tontos, sino que saben que la mayoría de la población es tonta e inculta.

Seguimos teniendo los mismos ciudadanos del medioevo, con sus creencias religiosas, su incultura, su poco interés por la ciencia, historia, filosofía. Seguimos siendo una casta de trabajadores a las órdenes de señores feudales, obispos y reyes. Seguimos aceptando viejos valores como la familia, la patria, el honor y la bandera.

Unos pocos intentan luchar desesperadamente para obtener conocimientos que nos ofrezcan una vida mejor, más culta, más sana y con unos valores diferentes. Pero son, eso, solo unos pocos, sumergidos en una Odisea en la que abundan cantos de sirenas, brujas como Circe y Polifemos que nos vigilan no sea que alguien los vaya a creer.

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Estimulación electrica para ser más inteligentes

julio 18th, 2014

Empiezo por advertir que ningún manitas cometa la imprudencia de construirse el tipo de dispositivo del que voy hablar, aunque se, que pese a las advertencias disuasorias, siempre habrá alguna persona dispuesta a experimentar con el objetivo de ser más inteligente.

Hasta ahora, los que querían activar las neuronas del cerebro para tener mayor concentración, potencia cognitiva, atención y mayor capacidad intelectual, ingerían nootrópicos, entre ellos modafinilo, conocido también como Provigil, que actúa como la noradrenalina y la dopamina, aumentando los niveles de histamina en el hipotálamo, lo que producía un aumento de la atención, confianza y concentración. Es uno de los nootrópicos que ingieren los cirujanos para las intervenciones de catorce horas, y los pilotos de Top Gun, así como muchos científicos que quieren alcanzar el Nobel.

Pero ahora, los neurocientífico, han descubierto otro método de refuerzo cognitivo: la estimulación transcraneana por corriente continua, lo que se conoce como ETcc. Con este procedimiento se inyecta en el cerebro corrientes continuas de baja intensidad a través de electrodos colocados en el cuero cabelludo. Estas descargas eléctricas provocan ajustes incrementales en los potenciales eléctricos de las neuronas próximas a los electrodos y las excitan.

La excitación de una neurona, para que se active, se produce normalmente por la descarga de un ion de potasio o calcio positivos en el núcleo de la neurona. Estas descargas producen una onda que se transmite por el axón o dendrita hasta alcanzar los neurotransmisores que saltan a otra neurona (sinapsis) y activan una red.

La corriente ETcc también activa un número destacado de neuronas. Sube de vueltas el cerebro, nos hace más cognitivos y más inteligentes, algo ansiado por muchas personas. En resumen el ETcc tiene la finalidad de aumentar nuestro intelecto mediante estas descargas eléctricas.

Este procedimiento aún no ha sido aprobado por la Agencia Federal de Fármacos y Alimentos de EE.UU. Es un procedimiento que está en fase experimental, ya que se desconoce si puede provocar modificaciones neuronales, buenas o malas, a largo plazo.

Pero ha llamado poderosamente la atención de los “manitas” por su fácil construcción y por ser muy económica, así como lo sencilla que es su aplicación. Todos los elementos están al alcance de cualquier sujeto en los comercios. Lo que no deja de ser un peligro.

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¡Es la leche!

junio 17th, 2014

Todos los componentes de Initiative 2045 – Dmitry Itskov, Peter Diamandis, Richard Branson, Sergi Brin, Larry Page, Bill Gates y Raymond Kurzweil -, llevan un estilo alimentario común en el que no se consume: leche, carne, embutidos, pescados rojos, alcohol, conservantes y tabaco. Saben que la alimentación es la base de la longevidad y que somos lo que comemos.

Su dieta está basada en los consejos del doctor Hiromi Shinya, que pone especial énfasis en las enzimas, esos radicales libres y las causas de la oxidación de nuestro cuerpo, orígenes de nuestro envejecimiento. En otra ocasión hablaré de la importancia de las enzimas, hoy me centraré en la leche, pero antes quiero citar al doctor Terry Grossman, fundador del Instituto Frontier, quien ha elaborado la lista de los alimentos que se deben comer y los que están prohibidos. En realidad existen una gran cantidad de mitos y leyenda alimenticias sobre un gran número de alimentos, por ahora sólo hablaré de los lácteos.

El doctor Hiromi Shinya destaca que es un mito que el yogur mejore la digestión y otro mito aun mayor que la leche beneficie al calcio. Para Shinya el yogur no mantiene la salud intestinal. Y el exceso de leche es contrario a la producción de calcio.

La leche, según los datos clínicos, tiene una gran probabilidad de desarrollar una predisposición a las alergias, cáncer de próstata y tumores. La leche contiene grasas oxidadas que dañan el ambiente intestinal, aumentan las bacterias y destruyen el equilibrio de la flora intestinal bacteriana. La leche no ayuda a prevenir la osteoporosis, sino que beber mucha leche puede causar osteoporosis. Cuando la concentración de calcio en la sangre sube de repente, el cuerpo intenta revertir ese nivel anormal excretando calcio de los riñones a través de la orina. Es decir, beber leche para producir calcio disminuye el nivel general de calcio en el cuerpo.

Otro de los alimentos que tenemos que tachar de nuestros hábitos es la margarina, es el alimento que contiene la mayor cantidad de ácidos grasos “trans”.

Estas grasas contribuyen a crear problemas cardiovasculares y de obesidad. Hay países que están dispuesta a vetar la presencia de grasas “trans” artificiales en los alimentos, ya que científicamente se evidencia que contribuyen a obstruir las arterias, producen que se eleve el nivel en sangre del colesterol malo. Los principales alimentos que contienen grasas “trans” son las pizzas congeladas, los productos horneados, las palomitas y los bollos industriales. Desgraciadamente aún vemos millones de niños tomándose su tazón de leche en el que unta un bollo industrial.

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La libertad y la lección de Gabriel Jaraba

mayo 27th, 2014

La semana pasada estuve defendiendo en Facebook en varias ocasiones la libertad, un valor que si perdemos podemos dar por acabado nuestro espíritu explorador, investigador y creativo.

Defendí calurosamente el aborto, la libertad religiosa, la libertad de expresión y cualquier fórmula que pudiera prohibir, censurar o impedir nuestra capacidad de expresión en Twitter, Facebook o cualquier lugar de la Red. Los conservadores y meapilas del Gobierno están justificando los insultos de cuatro descerebrados para poner “orden” en la Red. Quieren imponer un nuevo “orden mundial” que les preserve de las denuncias contra los continuos abusos que cometen. La última vez que se habló de orden mundial, se restringieron muchas libertades y nos costó una guerra que aún estamos pagando.

Desde el 68 sigo fiel al lema de “Prohibido prohibir”. Antes prohibían amparándose en el poder de la cruz y la espada, ahora con tribunales escogidos por ellos mismo que dictan las leyes que les interesan.

Mi amigo Gabriel Jaraba, profesor de Ciencias de la Comunicación en la UAB, me decía un día gesticulando con las manos. Todo lo que abre es bueno, y separaba sus manos tanto como podía, como las alas de un ave libremente volando; todo lo que cierra es malo, y las juntaba como una amantis religiosa. Siempre recordaré esta sencilla explicación, y ese momento mágico en que estábamos los dos solos sentados en posición de loto en una sala del Instituto de Psicología Transpersonal de Barcelona dialogando y filosofando.

Eso me enseño que tenemos que abrirnos a todos los pensamientos e idea que aparezcan, que tenemos que ser receptivos, luego ya formularemos nuestras críticas sin son necesarias. Jamás debemos cerrarnos y dar por definitivo cualquier pensamiento, cualquier idea. Estamos en una constante evolución de tecnologías emergentes, pero también en una evolución del pensamiento humano que navega por un nuevo paradigma.

Prohibir es detener el progreso, es coartar nuestras mentes, llevarnos al oscurantismo del medioevo donde imperaba la ignorancia, los miedos y las supersticiones. Prohibir es lo que les interesa a los que están en el poder, para perpetuarse, para manejar a la población, para manejar sin testigos sus oscuros negocios y retorcidos intereses, para continuar con un sistema obsoleto. Se empieza prohibiendo a una pareja besarse en el parque y se termina quemándolos en la hoguera.

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Ateos

mayo 26th, 2014

Leo en El País del viernes 23 el artículo del escritor Franscis Spufford titulado. “Queridos ateos…”. Spufford empieza ofreciendo la pipa de la paz y termina desenterrando una trastocada hacha de guerra.

Comparto con el que ni creyentes ni no creyentes podemos demostrar, unos que existe Dios y otros que no existe. Para los primeros es cuestión de fe, para los segundos cuestión de razón. Los primeros se apoyan en la tradición religiosa y los segundos nos apoyamos en el humanismo y la ciencia.

Una discusión proselitista entre ateos y creyentes sería inútil, ninguna de los contertulios podría convencer al otro. Habló de cristianos y ateos, no de otras religiones en las que impera una intolerancia imposible de superar, y aunque me sabe mal decirlo, ante la intolerancia: intolerancia.

Creyentes y no creyentes sólo pueden sentarse a dialogar sobre los peligros que les amenazan: las sectas que se amparan en pseudo-religiones y pseudo-ciencias. Un peligro para todos aquellos infelices que caen en sus redes y que pueden ver destrozadas sus vidas por estructuras crematísticas dirigidas por líderes dignos de compartir una celda con Hannibal Lester. Creo que creyentes y no creyentes estamos de acuerdo que no podemos permitir estas manipulaciones cerebrales en los seres humanos.

Francis Spufford olvida en su artículo que los no creyentes ya son casi tantos como los creyentes cristianos. Que existen movimientos humanista y transhumanista y que si esos movimientos son verbalmente agresivos con el cristianismo, es porque se sienten atacados por la Iglesia, que aprovecha su convivencia con determinados gobiernos para imponer leyes que beneficien su poder sin considerar que, esas leyes, afectan a todos los ciudadanos, entre ellos los no creyentes. Por lo que hay que considerar quién es el agresor, y el porqué del rebote de las asociaciones ateas.

Spufford, en su artículo, es el primero en atacar a Richard Dawkins, a quién acusa de no saber nada sobre religión. Tal vez le sepa mal que Dawkins sea autor de varios bell-sellers como “El espejismo de Dios” o “El gen egoísta”, cosa que por ahora no ha conseguido su libro “Impenitente”.

Sépase que Dawkins es también líder del movimiento Transhumanista en el mundo, ganador de muchos premios científicos y fundador de la “Richard Dawkins Fundación para la Razón y la Ciencia”.

Pienso que el artículo de Spufford, “Queridos ateos…”, empieza con un título engañoso, un artilugio en el que si bien al principio es reconciliador, tiene una última columna llena de reproches y advertidas provocaciones. Nos acusa de carecer de sentimientos convincentes, de hostiles y gratuitas posturas con los creyentes, de ver la religión como una afrenta y una encubierta acusación de proselitismo antirreligioso que compara con la filatelia, donde por cierto hay sellos religiosos y ninguno antirreligioso.

He tenido amigos sacerdotes con los que se podía dialogar de religión, con los que he tenido auténticas reflexiones colmadas de interesantes y creativas conclusiones. Indudablemente con los que, por su intolerancia, no se puede dialogar, ya no han formado parte de mis amistades.

No sé con quién dialoga usted de religión, pero por todas las acusaciones que vierte, deben de ser auténticos tochos. Espero, finalmente, como destaca en la conclusión final de su artículo que su agresiva última columna no sea para esconder, con su placer, una insólita y deconocida virtud.