El semanario alemán Der Spiegel anunció, hace unas semanas, en su portada que Google y Silicon Valley estaban creando un «gobierno mundial». Times, también en su portada anunció, hace más tiempo, que «Google apostaba por la inmortalidad». Estos dos vaticinios se están cumpliendo hoy. Google crea el poderoso complejo tecno-financiero llamado Alphabet, en el que está incorporado Calico, el biotecnológico laboratorio que investiga medios para prolongar la vida humana indefinidamente.
Por otro lado, Page y Brin, fundadores de Google ven con simpatía las ideas de las Noocracias y apoyan a los movimientos transhumanistas y sus incipientes partidos políticos como el de Zoltan Istvan.
Google tiene la ventaja que conoce a sus usuarios, dispone de su perfil, sabe cuales son sus temáticas preferidas, sus tendencias, sus inquietudes, sus gustos y sus intereses, una poderosa información no solo comercial, sino también sociológica y psicológica.
Google dispone ahora con Alphabet del dominio de los beneficios de siete poderosas compañías (Google, Calico, Nest, Fiber, Xlab, Venture y Lab). Esos beneficios le permiten invertirlos en nuevas iniciativas que para algunos son descabellados proyectos de ciencia-ficción, y para otros el mundo futuro; miles de millones de dólares que le permitirán cambiar la sociedad, el sistema y transformar el mundo, adentrándose en ese futuro que su director tecnológico Ray Kurzwell ha anticipado. Kurzwell, el genio de la Universidad de la Singularidad del MIT, no se ha equivocado nunca en sus anuncios prospectivos. Los nuevos amos del mundo serán aquellos que marquen las nuevas tecnologías, biotecnologías y formas de comunicación que transformarán nuestra forma de vivir, que alargarán nuestras vidas, modificarán nuestras estructuras mentales y harán que renunciemos a los obsoletos sistemas sociales y políticos actuales.